El barril de amontillado

Un Blog de Juan Granados. Algunos artículos y comentarios por una sociedad abierta.

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miércoles, octubre 26, 2005

De civilizaciones y otras insensateces




"E predicando tutto quello anno in Firenze, tre cose continuamente proposi al popolo: la prima, che la Chiesa se avena a rinovare in questi tempi; la seconda, che innanzi a questa rinovazione Dio darebbe un grande flagello a tutta Italia; la terza, che queste cose sarebbono presto” (Girolamo Savonarola).

Con ese estilo tan peculiar que tiene de simplificar las cosas, micer Zapatero se ha quedado aparentemente muy contento con ese slogan o divisa o idea o lo que demonios sea, que da en llamar “alianza de civilizaciones”. Suele explicarla como una especie de sacralización de su palabra más querida: “tolerancia”, es decir que se trata de tener buena mano, mucho talante y tragaderas suficientes para aguantar lo que vaya viniendo de latitudes más o menos orientales, mochilas explosivas incluidas y, por medio de la buena educación y el mejor rollito ir volviendo a estos descarriados al redil de la libertad que ofrecen las sociedades abiertas. Ocurre que, en mi opinión, no es necesario aliarse con civilización alguna porque tanto en ese oriente atribulado, como en el cada vez más dolido occidente, lo que abunda es el personal civilizado, esto es, respetuoso con las vidas y las creencias del prójimo. Hablar por tanto de aliar civilizaciones es una descomunal tautología que confirmaría la flagrante estupidez de considerar al Islam como la ideología responsable de arropar a un puñado de bárbaros sin entrañas, a los que hay que reconvertir en probos ciudadanos, espero que no a través de la Logse, para que se olviden de matar a fin de obtener sus setenta vírgenes en el paraíso y se apliquen en producir como la generalidad de los mortales. Esta oculta forma de tomar la parte por el todo denota desconocimiento y un velado desprecio, no por las “civilizaciones” que es un concepto bastante vetusto, producto de la historiografía británica más rancia, sino por las culturas que, estas si, son legión. No debemos mostrar excesivos inconvenientes a que cada quien idee y viva en su universo paralelo, no se trata de eso, se trata solamente de luchar de manera inteligente contra el integrismo que nos asesina gratuitamente. El problema me trae inmediatamente al pensamiento la historia de la Florencia renacentista, aquella nueva Atenas, proporcionada, áurea, neoplatónica y geométrica, creada por la inteligencia de Marsilio Ficino, Pico Della Mirandola o Lorenzo Valla, bajo el sereno mecenazgo de Lorenzo el Magnífico. En aquella república asombrosa todo fue progreso, buena filosofia e inteligencia durante mucho tiempo, hasta la llegada al convento de San Marco de un fraile Dominico, natural de Ferrara, que se llamaba Savonarola. Sus inflamadas prédicas contra la nueva y bella manera de ver las cosas acabaron muy pronto con la industriosa alegría florentina, Lorenzo de Médici llegó a pedirle perdón antes de morirse de pena, Botticelli pronto cambió sus espléndidas Venus, Pallas y Floras por cientos de extraños y compulsivos bocetos que pretendían reflejar fehacientemente el infierno del Dante, un joven e influenciable Miguel Angel pasará de pintar Venus con aspecto de vírgenes a reflejar Vírgenes con aspecto de madres dolorosas, en lo que fue un triste y general sometimiento a la oscuridad y a la intolerancia. No, la historia aconseja no aliarse nunca con quien ni te entiende, ni te respeta. Al contrario, los florentinos hicieron con Savonarola lo mismo que nosotros debemos hacer con el terror, deshacernos de él, no buscar alianzas con la peregrina esperanza de que nos comprendan, jamás lo harán

Julio de 2005