El Fuero y el dinero
La palabra que se dispone en el justo medio del frontispicio de la doctrina liberal es, según todos saben: Igualdad o Egalité si se quiere ser mas clásico. Esta igualdad de la que hablaban los primeros revolucionarios norteamericanos y franceses se refería naturalmente, no a uniformidad, ni siquiera a igualdad económica, sinó a la simple y llana igualdad de todos los hombres ante la ley. Un principio claro, razonable y entendible por cualquiera, independientemente de su adscripción política.
Supuestamente, los sucesores del pensamiento liberal que son los estados constitucionales, llamados ahora “de derecho” como si en el Antiguo Régimen no hubiese leyes y pragmáticas hasta debajo de las piedras, deberían obligarse a preservar una desiderata de tan evidente corrección moral y de tan clara utilidad pública, pero no lo hacen ni siquiera por asomo, prefiriendo tomar el rábano por las hojas con el fin de no molestar a los que más se quejan.
Gracias a esta confundidora falta de criterio y equidad ocurre que si hoy en día uno se muere en España, o en el Estado Español según preferencias, sus herederos deberán cotizar a la hacienda pública esa especie de tristísima Luctuosa que se llama impuesto de sucesiones, debiendo cotizar la viuda o el viudo un buen dinero por, sirva como ejemplo, continuar viviendo en el pisito donde ya vivía desde siempre. Sin embargo, y aquí está lo curioso, si se muere uno en esa parte del Estado que se llama Euzkadi, sus herederos no tendrán que pagar nada en absoluto por concepto de defunción. De la misma manera, es sabido que para una empresa de lo que sea resulta mucho más barato establecerse allí que en ninguna otra parte del territorio nacional. También se da el hecho poco equitativo de que un funcionario cobra en el País Vasco o en Navarra una media de 9.000 Euros más al año que su homólogo gallego, catalán o castellano, que ya es cobrar teniendo en cuenta los magros salarios funcionariales, realizando como realizan idéntica función. Podríamos seguir así hasta el infinito, pero no es necesario para constatar que los españoles del 2003 no somos iguales ante la ley, desde luego no ante la ley de presupuestos o ante las leyes fiscales.
Y aquí radica el equívoco, nada tiene que ver la economía privada de Juan Pueblo con los fueros o con los hechos diferenciales, que son formas de administración y gobierno, la diferencia de amparo económico entre españoles es otra cosa, es pura discriminación y culto al privilegio. El mismo privilegio que señoreó la vida profunda de la Península Ibérica durante toda la edad Moderna y buena parte de la Contemporánea, entonces se dictaba por pactos mas bien oscuros quien era, por simple nacimiento, hidalgo y quien pechero, es decir el que paga; dónde se mantenían los puertos secos, emporios del contrabando, y donde no; quién contribuía a las guerras de la Corona y quien no; quién pagaba sus impuestos por cupo o concierto y quien por la onerosa alcabala...Privilegios todos privativos de los mismos territorios donde ahora existen nuevas y substanciosas ventajas económicas para sus ciudadanos. Resulta, entonces, que estamos ante el mismo perro vestido con distinto collar, aunque nadie quiera expresarlo así, por razones que desconocemos aunque las podamos suponer.
Así que el privilegio que parecía fantasma de un pasado mas bien tenebroso de “Dios y leyes viejas” adquiere ahora plena vigencia. Y a uno que se confiesa razonablemente jacobino se le abren las carnes pensando que por designio constitucional forma parte de los pecheros sin concierto ni cupo que deben pagar luctuosas y alcabalas.
Como la cosa parece no tener arreglo, que no lo tendrá, estoy por solicitar al subdelegado del gobierno que me considere lo antes posible liberado de mi condición de funcionario de la Xunta de Galicia, a los efectos de verme adscrito a los servicios vascos. Así, en vez de Don Manuel, resolvería sobre mi salario el colérico Arzalluz, mejor para mí, como en Euzkadi la paga extra supone justo el doble del salario mensual, los agentes de viajes y touroperadores estarán encantados conmigo, en vez de irme al pueblo de mi mujer en agosto igual me voy al Caribe y aprendo de una santa vez a bailar eso que llaman merengue.
Julio de 2003
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