El barril de amontillado

Un Blog de Juan Granados. Algunos artículos y comentarios por una sociedad abierta.

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domingo, junio 04, 2006

Andrade el poliorcético


Buscando pasto documental para otros fines, me encuentro casi sin querer con un extraordinario opúsculo (Mendizábal y Sáenz, 1987) que da a la luz una curiosísima carta dirigida por Domingo de Andrade al XI Conde de Lemos en 1696. Ya conocíamos, claro es, de la excelencia de su arquitectura, de como este brillante artífice nacido en Cee, llevó a la práctica desde su cargo como maestro de obras de la catedral de Santiago, muchas de las ideas del industrioso canónigo Vega y Verdugo, para provocar juntos la eclosión del primer Barroco compostelano. Sabíamos también de su conocimiento de los clásicos, desde León Bautista Alberti o Serlio hasta Caramuel, también de la profundidad teórica de aquel tratado estético y constructivo de su autoría que dio en llamar Excelencia, antigüedad y nobleza de la Arquitectura, pero creo que muy pocos conocían otras habilidades que demuestran lo lejos que estamos a veces de comprender las esencias del espíritu de modernidad que imbuía el primer Barroco, donde el saber era todo menos sectorial, aún no había compartimentación del conocimiento ni especialistas en nada y eso iban ganando en frescura y originalidad.
Hete aquí, entonces, que a través de la larga carta dirigida a su amigo y protector el Conde de Lemos, nos vamos enterando de que el bueno de Andrade había llegado a idear un tratadillo militar sobre sistemas de asedio y defensa, tintas invisibles y códigos criptográficos para uso de espías, unos polvos secretos que se podían emplear para hacer desaparecer textos comprometedores, una extraña Bola sorda o bomba silenciosa que caía por sorpresa sobre el enemigo e incluso ingenuas armas bacteriológicas avant la letre para ser usadas exclusivamente, eso si, contra moros y herejes.
La secretísima fórmula para esta bomba destinada a diseminar la pestilencia en las plazas enemigas no tiene desperdicio: “Lo primero se cogen sapos, salamandras, culebras y víboras, las quales se echan en una olla, bien tapadas con un tiesto enlodado por todas partes para que no salga el humor y se ponen en un horno a fuego lento, conque se hagan polvo sin que se quemen demasiado” Una vez reducidos los bichejos a polvo y espinas se le añade a la mezcla alquitrán, azufre y pólvora en determinadas proporciones, se vuelca el resultado en la bomba y se sella con firmeza. Luego, no hay más que ponerle una mecha y usar un mortero convencional para disparar el ingenio ponzoñoso contra campo enemigo. Aunque claro, se debe tener mucho cuidado al manipular los humores infecciosos, pero Domingo de Andrade piensa en todo: “Al echarlo ha de haber cuidado para que el olfato de echarlo a sacarlo de las ollas no haga la operación con el que los echa dichos polvos en la bomba y para eso ha de usar de unos polvos contra veneno y lavatorio y en las partes que dixe en otro papel”. Que se sepa, nadie parece haber encontrado ese otro papel, tal vez sea mejor así.

9 Comments:

Blogger Sartine said...

Ja, ja, querido amigo, eso me lo reservo para la próxima novela, espere y verá!

Abrazos

1:48 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Descubrí (más bien me topé con) Caramuel en una excursión a Vigevano, de donde fue obispo, y me maravilló no haber sabido nada hasta entonces de tan interesante personaje. Muy españolamente le eché la culpa al sistema educativo en vez de a mi propia desidia en educarme, y le prometí mentalmente al obispo un capítulo de El Paseante una vez cubierta la laguna con dignidad.

Agarro la oportunidad: don Sartine, ¿sacaría usted tiempo para hablarnos de don Juan Caramuel Lobkowitz?

5:01 p. m.  
Blogger Sartine said...

Vasta que vd. Me lo pida para que me ponga a ello con placer, en cuanto me sea posible. Me parece una idea excelente, como excelentes son sus post, todo aquello de los tipos en silla…ah, buena, buenísima literatura, igual me dejaría hacer un post sobre ello:
“De los parroquianos nos llama la atención un señor mayor que sestea con los pies en alto. No es un turista, lo hemos visto leer un periódico local. El tipo en principio es familiar: un hombre entrado en años pero desde luego no caduco, un individuo con energía y arrestos, acostumbrado a mandar. Las llaves por fuera, la gorra, los pantalones flojos… no es alguien que se preocupe de la apariencia, no es desde luego uno de esos nuevos ricos coleccionistas de coches y relojes que de repente están por todas partes en esta ciudad. Si ha hecho dinerito (y uno diría que sí, porque tiene esa clase de aplomo) no ha sido especulando en bolsa sino a base de trabajar duro en algún sector de los que manchan las manos. Podemos imaginarlo contratista de obras, o dueño de una pequeña flota de camiones:”

Abrazos
Juan Granados

2:06 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Jo, muchas gracias, don Juan. Por mi parte me comprometo a montar un post sobre Vigevano (ciudad mortecina hasta la extenuación pero contenedora de un castillo y una plaza dignos de mucho mejor urbe) con la información caramuelesca que su erudición proporcione (y citándole, por supuesto).

12:07 p. m.  
Blogger Sartine said...

Me pongo en cuanto pueda, querido Ignacio, ¿puedo también hacer ese post sobre vd?
Abrazos
Juan

1:24 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Será un honor inmerecido, pero eso nunca ha preocupado a los prosistas de raza ;-))

2:02 p. m.  
Blogger Zaratustra said...

Muy bien la noticia de Andrade, pero no entiendo que acompañe el texto con la fachada del convento de Santa Clara de Santiago, diseñada por Simón Rodríquez y que nada tiene que ver con el estilo del maestro.

1:22 p. m.  
Blogger Sartine said...

Pues toda la razón, me gusta tanto Santa Clara que ni reparé en ello, ya lo cambio en cuanto tenga un rato.

12:38 a. m.  
Blogger Garry Jones said...

Nunca pensé que volvería a curarme de mi herpes, he estado teniendo herpes desde el año pasado en julio, hasta que un día realicé una investigación en Internet donde vi a alguien dar testimonio sobre cómo el Dr. Ogala lo ayudó a curar su herpes con su medicina natural a base de hierbas, me sorprendió mucho cuando vi el testimonio, y también tengo que ponerme en contacto con el médico herbolario (Dr. Ogala) en su correo electrónico, que la señora recomendó a cualquier persona que también pudiera necesitar ayuda. Estoy muy agradecido con este hombre porque me ha devuelto la salud y me ha vuelto una persona feliz. Cualquier persona que pueda estar enfrentando el mismo problema debe comunicarse con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com o WhatsApp +2348052394128

8:46 p. m.  

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