El barril de amontillado

Un Blog de Juan Granados. Algunos artículos y comentarios por una sociedad abierta.

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domingo, julio 23, 2006

Actos fallidos en la mollera


Tan amable como suele, me invita Berlín a seguir esa moda de los memes a través de la propuesta de CrisisHoy de mi vecino Rafael Herrera. Se trata esta vez de que cada quien haga ejercicio de introspección, visite su papelera de reciclaje mental y recuerde a los visitantes los actos fallidos de su mollera. Es decir aquellas cosas que, sin quererlo ni necesitarlo, recordamos y mantenemos presentes en el magín. Elementos por lo general mostrencos y contingentes que nos acompañan por la vida, ocupando un espacio que bien nos vendría para otros menesteres.

Así por ejemplo, Rafa nos revela el contenido de su basura mental, en el que abundan malas canciones y personajes prescindibles:

Durante este experimento me han saltado al cerebro cosas verdaderamente idiotas. Por ejemplo, me vino este nombre a la memoria: Chelo García Cortés, y les garantizo que la obra de esta iguana no forma parte de mi bibliografía selecta. Otro ejemplo: Caco Senante, que no sé muy bien quién es ni qué pinta en mi hipotálamo. Otro: el colorido aburrido de las pelis de Almodovar. Y otro más: una canción de Queen horterísima que decía algo así como "aigachubrekfi", o esa otra de Ana Belén haciendo un homenaje penoso-paleto-progre a la puerta de Alcalá Etc. etc. etc.

En tanto Berlín, fiel a su leyenda, concede pocas oportunidades a lo superfluo:

Voy a decir algo pedante: me cuesta encontrarla. Soy un tipo que no sabía quién era Chiquito de la Calzada cuando empecé a ver que los niños en el metro se reían de extraños gestos y palabras absurdas. Debe ser que, o la reciclo bien (la mierda), o queda olvidada. Si olvido es mierda atesorada, nada como el fistro vaginal.

Pues bien, Berlín le ha encargado la faena a uno bueno. Probablemente no lo sabe, pero el que suscribe se pasea por el mundo con el estigma de poseer una memoria más bien absurda y poco práctica. Mis recuerdos no conocen de economías, a la fuerza, cuando uno crece en medio de la jauría humana en forma de niño tímido y gafotas, ha de espabilarse y sobrevivir a fuerza de dominar los detalles. Como, hasta que me fui asentando, ganando kilos y amistades, sobrevivía en los patios escolares atento como un perrillo de las praderas y nervioso como un gato, mi sistema cortical se ocupaba de procesar el mayor número posible de datos a fin de lograr adaptase eficazmente a un medio más bien hostil y peligroso.

Puede que el que ahora inspire miedo sea yo, pero el caso es que como estigma de aquella época de frontera, mi sistema neuronal tiende a procesar los datos más absurdos, supongo que por si acaso algún día se necesitan y mire usted por donde, hoy me sirven para hacer un meme, menos da una piedra.

Datos inútiles, así a vuelapluma, se me ocurren muchos. Por ejemplo, apuesto a que pocos de ustedes pueden recordar que el premio más recurrente que solían entregar los payasos de la tele (Gaby, Fofó, Miliki y asociados) era… ¡un bonito juego de carpintería!, alucinante, ¿no? Yo siempre me decía que menos mal que no había acudido a semejante convocatoria. Por razones parecidas, recuerdo que el mayor porcentaje de éxito en el “Cesta y Puntos” de Daniel Vindel lo obtenía siempre la red escolar Montel Touzet, que la nota que le pasan a Tintín en el restaurante Syldavo del “Cetro de Ottokar” decía: “quien se entromete en asuntos ajenos, se expone a graves disgustos”, por cierto, que el sagaz reportero había pedido un “Slazek” para almorzar, a la sazón carne de perro joven aderezada con salsa syldava. Recuerdo todavía aquella curiosa lista de los primeros papas que se decía en el cánon: “Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián…” en fin, tengo el disco duro repleto de información descatalogada, que, la verdad, sólo me sirve para reírme solo en los semáforos. En cuanto a canciones, me pasa un poco como a Rafael Herrera, de vez en cuando, me vienen a la mente estribillos horribles, por ejemplo: “Loves in the air” o, todavía peor, “Las maravillas in my life”, para morirse.

¿Sobre personajes más bien irrelevantes? ¿Qué tal el Doctor Rosado apagando el cigarrillo en el entrecejo de aquel bebé? ¿Duele, eh? ¿Y el cura jardinero? ¿Y Faustino Santalices, célebre tañedor de zanfonas? ¿Y el falso chino Cudeiro?

Pero entre mis conocimientos verdaderamente inútiles, brillan con luz propia los objetos imposibles que pueblan mi existencia. En esto tengo más experiencia que el mismísimo Jacques Carelman. Mis amigos de toda la vida saben bien que jamás me separo de una especie de bazar de baratillo que me acompaña en cada mudanza, y me suelo mudar mucho, pueden creerme. Allá a donde me lleven mis huesos, han de venir conmigo una serie de piedras raras con forma de almeja, una botella de Coca-Cola arábiga vacía, un fez rojo, una extraña flauta incaica falsa, un fuet robado y, naturalmente mi celebérrimo “Ten fuma”, antes me separaría de mis libros que de mi “Ten fuma” y es que la cosa viene de lejos.

Las primeras Navidades que pasé junto a la que fue mi primera novia de carácter más o menos oficial, andaba yo muy ilusionado con aquello de hacerle un regalo de reyes. No tenía un duro, pero mi santa madre me solucionó la papeleta proporcionándome un juego de tocador que había comprado recientemente en Portugal. Como me parecía el regalo poco personal, me pasé toda una tarde dibujando a plumilla sobre una cartulina A3 un precioso búho sabio de los que me había enseñado a pintar mi padre. El búho estaba encaramado a un gran caducifolio con la luna en cuarto creciente, a la espalda y en un bocadillo de cómic expresaba una bella frase amorosa. Armado con el juego de tocador y el póster arduamente elaborado me fui muy contento a la cita de reyes con mi novia. Cuando llegó el gran momento del intercambio le hice solemne entrega de mis presentes, ella lo agradeció cordialmente, abrió su bolso y extrajo un pequeño paquete envuelto en papel barato de quiosco, mal pegado con cello amarillento. Abrí nervioso el siniestro envoltorio para descubrir una ampolla de cristal de las que se usan en farmacia para contener líquidos vitamínicos o suplementos de hierro. En su interior había un cigarrillo marca Bisonte o Fortuna y una cerilla. Sobre la ampolla en papel adhesivo sobrescrita la leyenda “ten, fuma”, desde entonces, la verdad, transito una existencia perpleja y espero bien poco de Baltasar el de Oriente y su siempre barroca cuadrilla.

1 Comments:

Blogger Garry Jones said...

Nunca pensé que volvería a curarme de mi herpes, he estado teniendo herpes desde el año pasado en julio, hasta que un día realicé una investigación en Internet donde vi a alguien dar testimonio sobre cómo el Dr. Ogala lo ayudó a curar su herpes con su medicina natural a base de hierbas, me sorprendió mucho cuando vi el testimonio, y también tengo que ponerme en contacto con el médico herbolario (Dr. Ogala) en su correo electrónico, que la señora recomendó a cualquier persona que también pudiera necesitar ayuda. Estoy muy agradecido con este hombre porque me ha devuelto la salud y me ha vuelto una persona feliz. Cualquier persona que pueda estar enfrentando el mismo problema debe comunicarse con el Dr. Ogala por correo electrónico: ogalasolutiontemple@gmail.com o WhatsApp +2348052394128

8:35 p. m.  

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