El barril de amontillado

Un Blog de Juan Granados. Algunos artículos y comentarios por una sociedad abierta.

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martes, junio 20, 2006

El estrujón de la comadreja satisfecha



A los estudiosos se les enseña a analizar palabras. Pero los primates son animales visuales, y con frecuencia la clave de los conceptos y su historia reside en la iconografía. (Stephen Jay Gould: Reflexiones sobre historia natural)

Igual que hay quien nace con habilidad para la mecánica, el patinaje o la papiroflexia, tienen que saber que uno, tal vez por haberse educado entre mujeres, tiende a ser visualmente intuitivo. Los signos, las imágenes, el lenguaje gestual, cuánto nos dicen si nos detenemos a observar. Esta semana me recorren persistentemente el magín dos iconos impagables que nos ha regalado el célebre y pertinaz asunto vasco.

La primera, ese abrazo insondable, de plantígrado agradecido, que propinó el inefable Arnaldo a un sorprendido Gerry Adams. Más que un estrujón fue un placaje al irlandés. ¿Se alegraba tanto Otegui de la visita del inquietante líder del Sinn Fein, como para descoyuntarle la espalda? Desde luego que sí, Adams parecía venir a confirmar lo que todos intuimos, recibiendo al líder abertzale antes que al Lehendakari Ibarreche, parecía conceder carta plena de legitimidad a un siniestro conglomerado todavía ilegal. Hace tan sólo dos años, Batasuna no podía siquiera soñar con ello. Desde luego que Otegui tenía una buena razón para estar alegre. No obstante, ah, amigos, los gestos. No se abraza así a nadie por cuestiones de ruin trabajo, esos abrazos se guardan para ser dispensados a quien nos entrega un grueso premio obtenido en la lotería, al encargado de condonarnos la hipoteca o al prócer que nos nombra funcionarios. Otegui, amigos, supo entonces que tenía el cocido asegurado, que nunca más debería preocuparse por la pitanza, se acabó tener que trabajar en algo tangencialmente productivo, supo que algún día sería ministro de un Euskadi popular e independiente.

La segunda imagen, la perpleja contemplación del asesino múltiple Txapote, psicópata de psicópatas, junto a su novia, esa dura chica abducida por el mal sin matices. Su violencia extrema, indisimulada, no sólo con el tribunal sino hasta con la pobre intérprete cuya presencia había exigido en un rasgo más de una altanería exenta de límites, muestran hasta que punto de degradación esencial puede llegar el ser humano. Si alguna vez fue nuestro semejante, ya no lo es, ha cruzado el umbral, el no return point, de vuelta al paraíso de los depredadores cerebros reptilianos ¿Y este perdonavidas intolerable, asesino de maniatados, es de quien depende el bien o el mal del País Vasco en forma de “alto el fuego técnico coyuntural”? Pues apañado va Zapatero para “dialogar” con semejante personal, Txapote y sus amiguetes que aún pululan por los verdes campos de Marte, lo más que harán con él es sacarle los ojos, esos enternecedores ojos de bóvido complaciente, para trasegarlos con placer en tanto permanezcan calientes. Vamos, como que mañana amanece!