El barril de amontillado

Un Blog de Juan Granados. Algunos artículos y comentarios por una sociedad abierta.

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martes, julio 04, 2006

Honesta Polémica


Los dos son filósofos de raza, que es de lo mejor que se puede ser en este banal mundo, los dos practican esfuerzos intelectuales razonables y honestos, ahora los dos parecen enfrentados, dialécticamente enfrentados, claro, a causa del espinoso asunto nacional que parece embargarlo todo.

Si Escohotado dice:

Guste o no, el hecho nacional constituye algo ubicuo y permanente, que lleva milenios fundando todas las aspiraciones políticas de autodeterminación, y ver en él sólo lo negativo es como juzgar el tamaño de un iceberg atendiendo a lo que sobresale del agua. Peor aún, tiene la virtud de exacerbar ese mismo lado negativo, preparando el camino para la cronificación de alguna violencia, que pronto se convierte en un lucrativo emporio para sicarios profesionales y políticos.

Savater responde:

A mí no me asusta ni me repele la independencia, aunque pueda verla como actualmente inviable o inoportuna: a mí lo que me asusta y me repele es el nacionalismo. Si la independencia de mi tierra fuese la vía al cosmopolitismo, la curación de la etnomanía, te aseguro que no habría nadie más independentista que yo. Pero mientras quienes la propugnan a corto o largo plazo la imaginen como la realización definitiva de la pureza nacional vasca, siempre preferiré el mestizaje administrativo del Estado plurinacional español.

En fin, lean el resto aquí, si así lo desean. Parece claro que aquellos que cada mañana se levantan prometiéndose ser antes de nada, vascos, catalanes, gallegos o montenegrinos, van consiguiendo que se les tenga en cuenta. Todos debemos congratularnos de ello, si las mejores cabezas de este país se ven obligadas a posponer su afán cotidiano por repensar el asunto de la nación española, igual sí estamos en ciernes de solucionar tan atosigante y sucio asunto.

Escohotado no le hace ascos a dirigir la mirada hacia la peculiar Confederación Helvética, Savater todavía contempla con recelo la posibilidad de un referéndum alejado de la manipulación de los violentos. Yo no oculto que poner todas las cartas sobre la mesa nos liberaría a muchos del insulto y la sujeción que supone vernos cada día estigmatizados con el tampón que nos tinta en letra roja como supuestos sostenes del imperio. De paso, igual a alguno se le arruina el indigno y abusón negocio del privilegio, ¡qué maravillosa posibilidad!