El barril de amontillado

Un Blog de Juan Granados. Algunos artículos y comentarios por una sociedad abierta.

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martes, noviembre 01, 2005

El fontanero polaco




Anda Europa revuelta tras el severo varapalo propinado por franceses y holandeses a la constitución de la Unión y todo indica que esto no ha hecho más que empezar, aparecen en lontananza más noes, más aplazamientos y más rechazo. Analistas y tertulianos se afanan en buscar explicaciones a un fenómeno con el que no contaban hasta hace bien poco, tan solo seis meses atrás había confianza en que el tren europeo caminaría siempre en la misma dirección, esto es, constitución consensuada entre todos y ampliación de socios. Y hete aquí que la Europa de la industria y la mercancía, del eterno progreso, del Laissez faire, laissez passer smithiano, parece correr temerosa a encerrarse sobre si misma.
Vemos como la derecha más casposa desempolva sus banderas nacionales para reivindicar antiguas glorias imperiales, a la vez, la izquierda sindical y aburguesada tiembla ante la probable invasión de los “fontaneros polacos”, o sea, los productivos y bien formados técnicos del Este, criados en el sacrificio y en la fuerza del trabajo, muy capaces de tumbar los precios a base de prescindir del cobro de extrañas plusvalías, por ejemplo esa especie de gabela feudal y abusiva que nuestros técnicos domiciliarios denominan en sus facturas “desplazamiento”, aunque vengan paseando desde la esquina, eso en el caso de que entreguen algún trasunto de factura.
Todos a una aúllan en contra de la pasmosa industriosidad oriental y culpan a los empresarios que quedan en Europa, que cada vez son menos, de practicar una vergonzosa deslocalización. ¡Caramba! Pues va a ser verdad que no existe memoria histórica, mientras Europa estuvo poblada por naciones en permanente expansión industrial y colonial, nadie veía inconveniente alguno en practicar el más amplio liberalismo económico, esto es, apertura de mercados, libre circulación de productos y personas y, desde luego, abolición de tasas y cargas a la exportación. Claro que en el siglo XIX no se veía el final de la expansión del capitalismo europeo, puede que ahora sí, que los mismos que acusaban a la China decimonónica de hermetismo y falta de permeabilidad a los productos occidentales, recuérdese la guerra de los boxers, le echan en cara ahora que compita con solvencia y ventaja en el mercado europeo. Pues no, o se es liberal o se es definitivamente proteccionista, autárquico y restrictivo. Tal vez nos hemos dedicado demasiado tiempo a trabajar lo justo, cobrar de más por ello y dedicar el resto del tiempo a cultivar nuestro hermoso jardín, en la estúpida creencia de que los excluidos del paraíso no habían reparado en nuestro método para hallar riqueza y felicidad, pues va a ser que, como siempre ocurre, donde las dan, antes o después las toman.

Junio de 2005