El barril de amontillado

Un Blog de Juan Granados. Algunos artículos y comentarios por una sociedad abierta.

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sábado, noviembre 26, 2005

El oficio de contrario



Entre los “seres humanos” que es como se denominan a sí mismos los cheyennes, se da con relativa frecuencia una figura antropológica que llaman “el contrario”. Aún nadie ha sabido explicar con visos de credibilidad porqué, muy de vez en cuando, un joven guerrero decide convertirse en “contrario”. Pero el caso es que a partir de ese momento crucial en su vida el contrario se empeña en hacer todo al revés.
Así, cuando ha de montar a caballo, lo hace mirando hacia la grupa, si sale del tipi hace ver que entra, caminando hábilmente de espaldas y procurando no darse un morrazo, cuando ha de lavarse, bruñe su cuerpo con arena y luego simula secarlo con agua, de noche vela y de día duerme, se viste siempre con la ropa del revés y en caso de tener que despedirse dice siempre hola y no adiós. Así que, en lo básico, su actitud se podría resumir indicando que cuando dicen que van, vienen y cuando dicen que vienen, pues van. Lejos de causar cierta conmoción en el campamento, tan desconcertante postura vital resulta estar muy bien vista entre los “seres humanos”. De hecho, los contrarios son respetados y tenidos por místicos o iluminados, más aún, la generalidad de los cheyennes considera que tan peculiares individuos se encuentran más cerca de Manitú y de las verdes praderas que el común de la población, alcanzando gracias a sus excéntricas maneras un conocimiento superior que se les hurta a sus más bien previsibles congéneres.
Hasta donde me alcanza el conocimiento, este curioso fenómeno se consideró siempre como una rareza antropológica que se daba sólo de vez en cuando en ciertas sociedades amerindias de la estirpe Lakota. Al fin y al cabo, ser contrario por un día puede estar al alcance de todo el mundo, pero serlo de por vida parece ya bastante más complicado, pues exige atenta aplicación y una monumental perseverancia que obliga a no distraerse nunca, al menos en público. Un sólo momento de duda o de normalidad daría al traste con muchos años de militancia “contraria”. Tal vez por ello, tan pocas sociedades frecuentan esta rareza.
Por eso, contemplando las charlotadas cotidianas del amigo Carod y sus simpáticos republicanos de negro terno, me acude a la mente el pensamiento de que tal vez por las venas de este curioso individuo corra sangre cheyenne y esté, en realidad, aplicándose para iniciar su nueva vida como “contrario”, igual trata de mostrarnos un camino que sus contemporáneos, en nuestra ignorancia, aún no podemos percibir con claridad. Desde luego el apoyo de “su” pueblo lo va teniendo, habrá que preguntarse porqué, creo que Zapatero y Maragall están releyendo con fruición a Claude Levi-Strauss por ver si lo acaban de entender, al fin, contrario o no, se producen a su estricto dictado.