El barril de amontillado

Un Blog de Juan Granados. Algunos artículos y comentarios por una sociedad abierta.

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domingo, febrero 03, 2008

Lo mejor de la nueva novela histórica, una colección de Planeta De Agostini



Les diré, por el momento, que ya tienen en los quioscos la nueva colección de Planeta De Agostini. Narrativa histórica rigurosa y sin tangencias a la moda. Son novelas bien presentadas, a buen tamaño, en tapa dura, y a un precio más que razonable. Pinchando sobre la imagen pueden acceder a los pormenores a través de la página de la editorial. También les dejo algunas confidencias tomadas de Ábrete libro.

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viernes, noviembre 30, 2007

Sir John Moore en la Guerra de la Independencia



Será mi próxima conferencia en el XIII seminario de Historia que tendrá lugar en Culleredo (A Coruña), dedicado este año al bicentenario de la Guerra de Independencia. He querido elegir a un viejo amigo, Sir John Moore, no sólo porque nos conozcamos bien, lo cierto es que siempre he sentido algún tipo de debilidad por los tipos imperfectos. No es que Sir John fuese un mal general, pero le faltaba mala leche y, tal vez, más decisión. Pero cuando uno es un ejemplo de caballerosidad y buena crianza, le resulta difícil odiar al enemigo, eso es sabido.
Con todo, logró salvar a su ejército de un desastre, pergeñando un auténtico Dunkerque “avant la lettre” en el seno de la luminosa bahía coruñesa, permitiendo así la posterior victoria del Duque de Wellington, un tipo con muchos menos problemas de conciencia. Moore empeñó la vida en ello y hoy es un héroe coruñés y británico; razones suficientes para prestarle atención.

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sábado, octubre 13, 2007

Edhasa; los más vendidos de 2006. (Vamos bien)



LOS MÁS VENDIDOS DE 2006
(Relación publicada en el boletín Edhasa Enero-Abril de 2007)

1. José Luis Corral, El caballero delTemplo (Narrativas Históricas)
2. Bernard Cornwell,Northumbria, el último reino (Narrativas Históricas)
3.Antonia Fraser,María Antonieta (Biografías)
4. Juan Granados, El Gran Capitán (Narrativas Históricas)
5.ColmTóibín, The Master, retrato del novelista adulto (Edhasa Literaria)
6. Lindsey Davis, Ver Delfos y morir (Narrativas Históricas)
7.Hédi Kaddour,Waltenberg (Edhasa Literaria)
8.Michael Moorcock,Crónicas de Elric, el emperador albino (Fantasy Nebuale)
9.Orlando Figes, El baile de Natacha (Ensayo)
10. Luis Miguel Guerra, La peste negra (Narrativas Históricas)

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La Edad Moderna en Galicia a través de la historia de su patrimonio; ss. XVI-XVIII

Más o menos este será el título de la conferencia que explicaré próximamente en Ferrol con motivo de un curso sobre el patrimonio histórico en el noroeste de Galicia. Me ha resultado muy entretenido repasar aquellas historias de escuadras, piratas, baterías y arsenales. Ah, el tunante de Drake, qué tipo para una novela…

En fin, gracias a las nuevas aplicaciones que ofrece Internet, como esta tan maja llamada Slideshare les puedo dejar hoy aquí la presentación en la que procuraré apoyarme, imágenes y textos contemporáneos que se explican casi por si mismos, afortunadamente, claro.



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jueves, junio 14, 2007

Sartines's Coffee un nuevo experimento en torno a la narrativa histórica.


Me he animado a crear esta web bulliciosa, punto escandinava, un poco Beta aún, con sugestiones en torno a mis novelas y la narrativa histórica en general. Esperemos que las disfruten tanto, al menos, como el que suscribe cocinándola.

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lunes, abril 09, 2007

De la Novela llamada histórica


“El lector no encontrará ningún basilisco que mate con la mirada, ni a un Hortentot sin religión ni modales ni lenguaje articulado, ni a ningún chino que sea cortés y tenga profundos conocimientos de ciencia, ni a héroes llenos de virtudes, siempre victoriosos e inmortales, y en caso de que aparezcan cocodrilos, el autor tratará de que no le causen pena cuando devoren sus presas”, Del prólogo a la novela “La costa más lejana del mundo”. Patrick O’Brian


Este lunes de pascua he sido amablemente invitado por Periodista Digital a participar en un animado debate que pueden seguir aquí, en torno a esa especie de eclosión de la novela histórica que está viviendo el mundo de la edición española. Junto a mi buen amigo Carmelo Jordá, moderador del coloquio, se encontraban en el estudio de TV los autores Josep Carles Lainez y Alan Ferrero, mientras el que suscribe se mantenía al quite telefónico para aportar lo que le iba pareciendo.

Lo cierto es que siempre he sostenido que una novela no ha de pretender ser otra cosa que una obra de ficción, por eso puede sobrarle cualquier apellido que se le quiera poner como “científica”, “negra” o “histórica”, pongamos por caso. Sin embargo, y aún sosteniendo vivamente lo anterior, para aquellos que gustan de guiños y complicidades, resulta claro que cuando se ha de retratar una época, una novela debe poseer una sólida base documental que aporte un cierto rigor a los datos que van hilvanando una buena historia. Esta forma de hacer proporciona, que duda cabe, una especie de valor añadido a la obra, que puede ser una de las razones que expliquen el éxito del género.

En efecto, un simple vistazo a las listas generales de ventas señala que el género de la narrativa histórica se encuentra siempre entre los preferidos de los lectores. Si esto es así tal vez desde Walter Scott o Alejandro Dumas, en España resulta un hecho muy visible desde la célebre publicación en 1982 de “Las memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar, significativamente alabadas por Felipe González coincidiendo con su llegada al poder. Las razones de esta realidad pueden ser muchas, pero personalmente me gustan los argumentos que proceden de la experiencia. Así, por ejemplo, mi editor y amigo Josep Mengual siempre apunta a nada que se le pregunte que la narrativa histórica de éxito suele ser primero novela, es decir posee calidad literaria en sí misma, aportando además fidelidad a la historia como valor añadido. Una combinación que, en su opinión de lector voraz, tampoco se encuentra siempre. Así, abunda la novela muy fiel a la historia pero poco novelesca y la novela de discurrir apasionante pero plagada de imprecisiones a la hora de reflejar las costumbres y los modos de vivir de otro tiempo. Siendo que, en el fondo, lo que el lector pide a una novela histórica es lo que en realidad solicita de cualquier novela, un buen relato, pero además y en este caso, conocimiento sobre la vida profunda de una época.

Son, en mi opinión, certeras reflexiones que explican éxitos editoriales antiguos, desde la novela por entregas del romanticismo hasta el Sinhué del finlandés Mika Waltari o el Espartaco de Howard Fast, significativamente prohibido por el franquismo y sólo muy recientemente reeditado en castellano. También otros más recientes como el ya citado de Yourcenar o el no menos merecido de Robert Graves, obtenido en buena medida a partir de la excelente versión televisiva que de su “Yo Claudio” realizó en su día la BBC. Más tarde vino Umberto Eco y “El nombre de la rosa” para disipar cualquier duda o consideración de la narrativa histórica como género menor. Desde entonces nuevos hitos han ido aparecido en este permanente discurrir para solaz de lectores curiosos. Tal vez el mejor ejemplo de lo queremos decir resida en el fenómeno mediático que ha supuesto la obra de Patrick O’Brian, en realidad el mejor continuador de la tradición anglosajona de novelas navales centradas en torno a las guerras napoleónicas, una de las más visibles glorias británicas como se sabe. De hecho, los anglosajones se aplicaron con esmero en la tarea de crear un verdadero género dentro del género histórico. Nada extraño por otra parte, ya que la narrativa histórica es per se una verdadera fagocitadora de géneros, en ella cabe lo negro, cabe la aventura, cabe la novela de personaje, la de protagonismo colectivo, la de capa y espada, y todo lo que se le quiera poner detrás, pues, afortunadamente, en una novela histórica cabe casi todo.

En fin, parece por lo que venimos diciendo, que rigor y amenidad son tal vez las claves de la buena novela con telón histórico, esto, como casi todo lo que se puede decir en literatura, ya lo dejó dicho Cervantes en algún lugar de la segunda parte del Quijote cuando afirma: “La mentira es mejor cuanto más parece verdadera y tanto más agrada cuanto tiene más de dudoso y posible”. Así es que, las fábulas mentirosas, según Cervantes, deben ser escritas cuidando que “admiren, suspendan, alborocen y entretengan, de modo que anden a un mismo paso la admiración y la alegría juntas”. Parecida reflexión apuntaba poco después Tirso de Molina en su miscelánea “Cigarrales de Toledo” de 1621, cuando defendía que la buena narración debería consistir en “Fabricar, sobre cimientos de personas verdaderas, arquitecturas del ingenio fingidas”. Con esto siempre he estado de acuerdo, nada carga más la narración histórica que la fantasía injustificada, plagada de tipos grotescos con nombres extraños y anatomías imposibles. Sobre esto, siempre me gusta citar el párrafo de la nota de autor que presentó mi admirado Patrick O’Brian, en el frontis de su novela “La costa más lejana del mundo”, la misma que hoy ilustra el arranque de este artículo. Desde luego viene al pelo porque allí avisaba con claridad meridiana que su propuesta literaria narraba una historia ciertamente imaginaria, pero en ningún caso pretendía ofrecer al desapercibido lector uno de esos asuntos estrafalariamente fantásticos que hoy se nos quieren presentar como narrativas históricas, no he encontrado en ninguna parte una mejor aclaración sobre lo que es y lo que no es novela histórica.

Jorge Edwards apuntaba hace bien poco a propósito de una documentada reflexión sobre la evolución de la novela, esa distinción no científica y sí más bien afortunada y divertida, a la que ya había hecho mención Vargas Llosa, entre escritores y escribidores. Recordaba así que habría que pensar alguna vez cuándo le dio a buena parte de la literatura actual por volverse autista, es decir, cuándo comenzó a discurrir por aquello que se quiso llamar el “espacio literario”, prácticamente desprovista de referentes exteriores, al menos si antes no se veían convenientemente distorsionados en la cabeza del narrador, para vivir parasitáriamente de sí misma.

Sin duda, la influencia casi hegemónica de dos genios creativos, James Joyce y Jorge Luis Borges, tuvo mucho que ver con eso, precipitó al mundo una cascada interminable de émulos fanatizados por un modo de hacer que en realidad es irrepetible. Una legión de verborréicos de lecturas mal asimiladas trata desde entonces de dar con la piedra filosofal de la verdadera literatura, cosa intangible y más bien huidíza, que si no sale a partes iguales del corazón y del trabajo no saldrá nunca de ninguna parte. Quiero decir que la vía del cripticismo intelectual puede, llegado el caso, disfrazar la nada, pero aún así desconozco a quien puede aprovechar tal modo de hacer, como no sea para actuar de bálsamo o salvavidas de la autoestima de los que quieren definirse como narradores malditos, especie literaria más numerosa a cada día que pasa. En este sentido, la boutade de Vargas Llosa, autodefiniéndose como escribidor en La Tia Julia defiende muy acertadamente la dignidad del antiguo y honesto oficio del contador de historias, del mero concretador de lugares, personajes y situaciones, cosa que no resulta precisamente fácil, aunque cuando se logra convenientemente consigue apariencia de linealidad y fluidez, características que las más de las veces son virtudes y no defectos, justamente por lo que venimos defendiendo.

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viernes, febrero 16, 2007

Segunda edición de "El Gran Capitán"


Fue ya en noviembre, coincidiendo con su presentación pública, allí mismo lo anunció Daniel Fernández, mi ilustrado y cortés editor. En fin, qué decir, más que expresar mi gratitud y la promesa de seguir en ello, con pasión.

Ahí les dejo una entrevista pausada y gustosa para la web Historias de la Historia

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sábado, octubre 07, 2006

El Gran Capitán se va a la guerra

Llueve tras mi ventana, es lluvia inmisericorde, de la de Dios dar; buena noche para presentarles al Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, que contrajo fiebres cuartanas en los humedales pestilentes del Garigliano, tal vez por pasar al raso demasiadas noches como esta.

Pero, ¿qué quieren?, el Capitán y aquellos soberbios locos de los que se hacía acompañar eran así, barbudos, feos, taimados, pestilentes, de humor tornadizo; pero gastaban sufrir generoso. Solían pasar hambre, porque pagaban con lo suyo y lo ajeno las guerras que les encargaba su rey; le entregaron dos veces un reino, Fernando de Aragón nunca se lo agradeció del todo, igual no pudo hacerlo o no encontró la manera.

He pasado tres años muy entretenido con sus afanes, contemplando el tino y la sensatez de Gonzalo de Córdoba, las locuras poliorcéticas de Pedro Navarro y las gestas un punto increíbles del gigantón Diego García de Paredes, de las que el mismo Cervantes se vio obligado a dar puntual cuenta. Me cuesta separarme de ellos y de todos los demás, César, el Borgia mayor, Bayard, el caballero sin tacha y sin reproche, Pedro, el peor de los Medici; yo creo que hasta echaré de menos al hebreo León Abravanel, pese a su discurso imposible y sus extrañas antiparras de casco, claro.

Pero ahora todos ellos son ya suyos, espero que les concedan tan buenos ratos como a mí.


El Gran Capitán
Editorial EDHASA
Salida: Octubre 2006
Formato: 15 x 23,3 cm
Encuadernación en tapa dura con sobrecubierta
y punto de lectura
640 páginas
ISBN: 84-350-6126-4

Esto se cuenta en la contraportada:

Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán (1453-1515), se cuenta entre los más grandes personajes de nuestra historia y es uno de los más misteriosos. Hombre paradigmático de su tiempo, sus célebres cuentas siguen siendo aún hoy un enigma y su carrera militar está también llena de claroscuros. Mediante el relato de sus principales aventuras por Al-Andalus, Grecia e Italia y la exploración de las relaciones que estableció tanto con los aguerridos hombres que le acompañaron como con sus más acérrimos enemigos, Juan Granados traza un colorista retrato no sólo de un hombre fascinante, sino también de un momento crítico de nuestra historia. La pericia en la narración de acciones, la solidez de los personajes y el talento para captar el espíritu de una época que tanto destacó la crítica en Sartine y el caballero del punto fijo vuelven a brillar aquí con toda su intensidad. El Gran Capitán confirma a Juan Granados como uno de los autores de novela histórica más interesantes de nuestros días.

jueves, septiembre 28, 2006

Dos célebres concursos


Tal parece que la falta de creatividad que domina estos tiempos manieristas, ha hecho del concurso el elemento central de las cada vez más pobladas parrillas televisivas. Entre molestos y perplejos comprobamos que hay concursos por todas partes, destinados a juzgar las habilidades más insospechadas, desde el patinaje sobre hielo a la competencia escolar de los famosos. Son, desde luego, malos tiempos para el rigor creativo, porque antaño, los concursos eran otra cosa.

Cuando uno piensa en certámenes más o menos elevados, siempre se le vienen a la cabeza dos ocasiones singulares. La primera cuando Fídias, Crésilas, Fradmón y Policleto fueron convocados por los efesios a fin de que resumieran la belleza femenina encarnada en una amazona herida, que sería destinada a embellecer el templo de Artemisa. La segunda, cuando el Comune de Florencia quiso reunir a los mejores escultores del primer Quattrocento, retándoles a condensar la belleza del relieve sobre una cartela de las que deberían componer en rigurosa geometría la Puerta del Paraíso del baptisterio de Sancta Maria dei Fiori.

No se pueden imaginar competencias más duras, el que desease vencer debería superar a los más afamados maestros del orbe. Anima saber que en ambos casos la victoria no fue para los artistas más duchos y consagrados, sino para los que mejor habían logrado reflejar el espíritu de su tiempo.

Si en el caso efesio todos habrían esperado que los sabios gobernantes de la ciudad-estado se hubiesen decantado por la elegante y estilizada amazona de Fidias o al menos por la sensual guerrera propuesta por Crésilas, lo hicieron por la obra de Policleto, por entonces mucho menos conocido, más grosero en su talla, pero magistralmente cercano a la verdadera mujer griega, a su canon de proporciones y, sobre todo, a su serena expresividad. Resultado similar tuvo la disputa florentina, cuando el pueblo esperaba que triunfase el relieve ejecutado con mano maestra por el sin par Filippo Brunelleschi, padre de la arquitectura renacentista, el premio lo obtuvo un joven desconocido llamado Lorenzo Ghiberti; la pieza de Brunelleschi era magnífica, pero todavía gótica en su concepción, la de Ghiberti era puro Renacimiento. Así que, en punto de concursos, parece que se trata más de atinar con las sutiles esencias de la innovación que de demostrar especial habilidad técnica, sobre todo si ésta proviene cautiva de supuestos ya conocidos.

miércoles, septiembre 13, 2006

Egolatría de un meme


Esto de los memes crea afición, yo casi lo agradezco, porque acostumbrado como estoy a vivir al rebufo de cordiales editores, a los que nada les gusta más en el mundo que sugerir aventuras para que uno vaya, se pelee con ellas y procure no volver sin noticias, siempre me he sentido un poco autista en medio de un blog. No soy escritor de diarios, me aburre mucho leerme a mí mismo y poco me importa lo que le va ocurriendo al individuo de mediano pasar que contemplo cada mañana frente al espejo, que por cierto, últimamente me observa con creciente perplejidad, yo creo que casi no nos reconocemos ya.

Además, el meme que hoy me propone Berlín, al que agradezco que de vez en cuando oficie de editor, es ciertamente sencillo. Se trata de que el que suscribe seleccione de entre sus post el que le parece que ha quedado más redondo, nada más fácil, pongo aquí el único que no he escrito yo y asunto arreglado, eso salimos ganando. Miel sobre hojuelas, seguro que me dan la razón.

Y como no hay meme sin traslado de condena, Antonio, que se estrena en Periodistas Digital e Ignacio, tendrán que hacer algo al respecto, porque sino lo haré yo.

jueves, septiembre 07, 2006

El “parti pris” de los neorepublicanos


Una amable lectora me reprochaba en un artículo anterior que calificase de “contradictoria” a la II República española, anunciándome de paso que si todo marchaba como debía, la instauración de la III República vendría mas pronto que tarde de la mano de una segunda legislatura del PSOE. Puede ser, no seré yo quien dude de las filias y fobias de Zapatero, si algo hemos de reconocerle es que muestra bien a las claras por donde caminan sus querencias en cada ocasión. Si además, eso es lo que en el futuro desea democráticamente la mayoría de los españoles, bienvenido será.

Claro que hay algo que no termina de casarme. Si por república se entiende un sistema de gobierno similar al imperante en Francia, Portugal, Italia o Alemania, la verdad, no veo mayor inconveniente que el que se le pueda causar a la casa de Borbón, amén de las conocidas desarticulaciones y desavenencias que a menudo ocurren en estos países entre el presidente de la república y el jefe del ejecutivo, cuando, como suele ocurrir, pertenecen a formaciones políticas distintas.

Pero por aquí no observo nada de eso, sino una clara identificación de sus promotores con los gobiernos del Frente Popular y la España convulsa de aquellos años de sangre, esto es, un episodio más de la celebérrima memoria histórica. Cada acto, fiesta, manifestación o gesto a favor de la instauración republicana parece convertirse en un viaje sentimental al pasado. En torno al pendón de la franja morada se entonan, puño en alto, sentidos loores a aquellos líderes de la izquierda que vivían atrapados entre los resabios de su educación burguesa y los empujones de la revolución. Por si aquello fuera poco, entonces, como hoy, los líderes del socialismo y de la izquierda republicana, malvivían cautivos de las veleidades de los nacionalismos periféricos. También entonces, como hoy, les concedían prebendas y estatutos, pero sin permitirles marcharse del todo, craso error, fuente general de injusticias y agravios para con la parte menos reivindicativa del país y fomento permanente del atosigante irredentismo nacionalista.

Pocos de nuestros esforzados memorialistas se ocuparán de recordarlo, pero si Patxi López y Zapatero semejan pastelear en exceso con los que hasta hace nada se ocupaban de aclarar las filas de su propio partido a base de liquidar militantes, ¿qué diríamos del bonancible Indalecio Prieto, campeón del internacionalismo obrero, subido a una tribuna del PNV entonando a voz en grito “El árbol de Guernica” junto a Jose Antonio Aguirre, casi a la vez que Lluis Companys, llevado tal vez por sus propios excesos retóricos y la presión de la Ezquerra, proclamaba en Barcelona la República Catalana dentro de una llamada “República Federal de España? ¿No es, acaso, todo esto suficientemente contradictorio y punto ininteligible? Pues a eso me refería.

Cualquiera que tenga curiosidad por ver en qué paran estos actos protorepublicanos, comprobará que acostumbran a iniciarse con himnos inocentes y pacíficos tales como “A las barricadas” o “La Internacional”, seguidos de discursos patrióticos laudatorios de políticos más bien asilvestrados y nada democráticos; Largo Caballero que siempre quiso ser bolchevique, suele ser el más mentado. Así que, supongo, para cuando se entona como colofón el himno de Riego, el rendido público asistente abandonará el acto imbuido de claro fervor revolucionario. A mi no me importa, cada uno se entretiene como quiere y como puede, la única duda que me asalta es saber si algún día estos extraños acólitos del republicanismo histórico, ecológico, nacionalista y revolucionario, decidirán pasar de sus salmodias y cánticos puño en alto a la acción directa. Dicho de otra manera, ¿Y si algún día deciden redimirnos a todos? ¿Volveremos entonces a contemplar colgando de los sorprendidos vanos de la Puerta del Sol, los espléndidos y coloristas posters con las efigies de los líderes de la más obsoleta y fracasada de las ideologías? ¿Es realmente eso lo que se busca?

Hacer bien a villanos es echar agua en la mar




A estas alturas es cosa conocida que el actor Pepe Rubianes actuará en el teatro Español de Madrid, bajo el amparo institucional del municipio regido por Ruíz Gallardón. Con motivo del evento muchos han recordado aquel aparentemente improvisado discurso enunciado por el artista en la televisión pública de Cataluña, en el que nos decía con voz temblona y descompasada lo que pensaba de España y de los españoles. Bien es verdad que luego se ocupó de matizar un tanto sus gruesas palabras, aclarando que, en realidad, se refería sólo a una parte de España, más bien de españoles, sin especificar, a los que vinculaba de cerca o de lejos con las veleidades golpistas de Tejero y sus secuaces.

Vaya por delante que nunca he sido partidario de la cultura minusválida, demandante perenne de subvenciones, dádivas a fondo perdido y cazos varios para apoyar sus inseguros y balbuceantes pasos por la vida. Una cultura de muleta incapaz de creer en sí misma y en su capacidad de seducir al espectador. Creo vivamente, por el contrario, que existen fines más adecuados para el dinero trabajosamente ganado por el contribuyente, en general no subvencionado y sí urgido por la cada vez más ramificada y prolija administración pública.

Dicho esto, me parece evidente que de entre los muchos artistas susceptibles de recibir apoyo y subvención, Rubianes ha de ser de los últimos en los que el alcalde de Madrid, en estricta justicia, debería fijar su caritativa mirada de moderno preboste compasivo con el indigente. Cuando este señor Rubianes dijo lo que dijo, no lo hizo de forma inconsciente o despreocupada, lo dijo en un entorno, TV3, donde sabía que sería aplaudido y jaleado. Sencillamente y una vez más, ayer igual que hoy, se estaba buscando cobardemente el pan a base de pronunciar ente el común las palabras que éste deseaba escuchar, ni más, ni menos. Sembraba para recoger, cultivaba los campos de la subvención que precisaba de la montaraz Generalitat de Cataluña.

Todos deberíamos preguntarnos qué hubiera ocurrido si un mal día se le diese por calificar con parecidos adjetivos a la patria catalana, o peor aún, a la intocable Euskalherría. Tendríamos al día siguiente casus belli seguido de declaración de ostracismo y fatwa aberchale dictada contra Pepe Rubianes, culpable de alta traición y de insultos gravísimos a la dignísima nación vasca. Vamos, que en tal caso, bien haría en tomar las de Villadiego, para correr a refugiarse en algún ignoto paraje de esos que ni siquiera los reporters del “Chafardero Indomable” eran capaces de alcanzar.

Pero Pepe Rubianes no lo hará, porque es muy consciente de éstas y otras circunstancias. Es sabedor de que el concepto de España tiene mala prensa, somos un país vergonzante en permanente entredicho. A base de leyenda negra y sana autocrítica, nos hemos convertidos en españoles que pisan de puntillas, atemorizados con la idea de que algún día alguien descubra que nos gusta nuestro país “un poquito” y que hasta en ocasiones, como el pasado domingo, nos sentimos orgullosos de él. Esta es cosa ya antigua y no sólo producto del victimismo ahistórico de los omnipresentes nacionalismos periféricos, también los tenidos por “muy españoles” parecen odiar sañudamente a su país, véase el caso paradigmático de Arturo Pérez Reverte, empeñado como anda en acomodar de la manera que sea aquello de “esta mierda de miserable país” y sus múltiples variantes, en todos y cada uno de sus artículos y comparecencias públicas. Ellos sabrán porqué lo hacen, entretanto Rubianes a la suya, haciendo caja a costa de la leyenda.

Pues bien, me gustaría decir que, en lo que a mí respecta, mi país, que por el momento sigue siendo España, me parece una nación notable, cargada de historia y de elementos culturales de interés extraordinario que lo más granado de la historiografía extranjera, desde John Elliot hasta Pierre Vilar, por algo vuelta hispanista, se ha ido encargando de desvelar. Si hemos tenido altos y bajos, más y menos, los demás también y, maldita sea, no parece importarles tanto.

Así que el señor Rubianes, sabiendo todo esto como yo lo se, se comporta como un villano con los españoles, conocedor de que, en el fondo, los españoles estamos hechos a ello y nos va a dar igual. En eso confía y por ello, como buen roñoso, acude a la subvención madrileña como si nada hubiera ocurrido. Pues bien, el inmortal Cervantes, español universal como tantos, dejó bien claro en alguna parte del Quijote hacia dónde conduce bailarles el agua a miserables y gentes acostumbradas a vivir de los demás: “Hacer bien a villanos es echar agua en la mar”, alguien debería decírselo al alcalde de Madrid, ni siquiera Rubianes le va a apreciar más porque el prócer local que aspira a prócer nacional, olvide que el hombre, ante todo, es esclavo de sus palabras. De no rectificar siquiera ante tal aviso, el manco de Lepanto podría aplicarle sin más ambages otro de sus célebres y bien traídos aforismos: “Haceros miel y comeros han moscas”.

martes, agosto 29, 2006

La Peste

Un mundo como un árbol desgajado.
Una generación desarraigada.
Unos hombres sin más destino que
apuntalar las ruinas.

“La Tierra”, fragmento. Blas de Otero

Nos cuenta Gunter Grass que fue miembro de las SS en la primera juventud, una noticia ya más bien irrelevante que, seguramente, le servirá al viejo rodaballo para elevar un poco más su modesta contribución al capitalismo que tanto detesta. Como mucho, podría decirse que el premio Nóbel tampoco ha cambiado tanto ideológicamente desde entonces, ya que lleva décadas asociado a las bondades castristas. Así que, en el fondo, lo que le va, lo que parece fascinarle, son las dictaduras.
Como a tantos por otra parte, la miseria ideológica teñida de falso igualitarismo resulta ser el pasto ordinario de los santones literarios, ¿Quién no recuerda los sañudos intentos de Sartre por acallar la fina disidencia de Camus? La honestidad consigo mismo del argelino, que definía al comunismo como "una filosofía que sirve para todo, inclusive para convertir a los asesinos en jueces", le acarreó más de un disgusto, unido al general desprecio de la comunidad literaria francesa y eso que, por suerte, no todos supieron ver a la primera lo que quiso enseñarnos con “La Peste”, tal vez el más brillante alegato que se haya escrito en contra de toda forma de alienación.

Si la enfermedad nos mata arbitrariamente, el totalitarismo nos deja inermes frente a la tiranía y la dominación. Como la peste, la dictadura, la imposición ideológica, se acerca a traición, sutilmente, sin ruido, con su plan de horror en una mano y la propaganda en la otra: “las plagas —decía Camus—, en efecto, son una cosa común, pero es difícil creer en las plagas cuando los ve uno caer sobre su cabeza. Ha habido en el mundo tantas pestes como guerras y, sin embargo, pestes y guerras cogen a las gentes siempre desprevenidas”.

He ahí ciertas claves, también el nazismo llegó al poder entre el general despiste de los alemanes que creían que un gobierno fuerte ayudaría a solucionar sus dificultades económicas. Yo no sé si la historia se repite, probablemente no, pero en ocasiones se muestra recurrente. Por ejemplo, cuando una oleada de totalitarismo se cierne sobre una población, ésta no suele caer en la cuenta hasta que la tiene encima y bien encima.

Piénsese en la España fragmentaria de este 2006. La alianza general del gobierno Zapatero con la perenne presión nacionalista, nos precipita hacia la permanente conculcación de nuestros principios constitucionales, de los cuales, la igualdad de los españoles ante la ley (art. 14), no siendo el menor, sino tal vez el principal, es el que sale peor parado. La retahíla de privilegios pseudo medievales que ya acumulan sobre sí las autonomías más reivindicativas, sea mediante cupos, conciertos o estatutos; junto a la imposición idiomática que ejercen con puño de hierro en sus cotos de gobierno, discriminando a unos españoles sobre otros en razón de sus utilidades lingüísticas, nos conduce a un inusitado panorama, plagado de inspectores, normalizadores, sindicalistas y demás burócratas, cuyo fin último en la vida es velar porque los todavía españoles no hablen español en sus territorios o hablen el menos posible.

No será necesario recordar aquí la existencia de las infaustas oficinas de delación catalanas, la denegación de plazas públicas en Euskadi por no acreditar conocimientos de Euskera o el chusco asunto de los iletrados bomberos gallegos. Tal vez sí convenga apuntar que esto sólo puede ir a más, porque nadie parece dispuesto a ponerle coto y el inoperante gobierno Zapatero menos que nadie.

Desde luego no le interesa hacer cumplir la Constitución, muy al contrario, le importa dormirla y hacer olvidar sus contenidos por la directa vía de no aplicarla, sus socios de gobierno, sus horizontes electorales, su misma existencia como gobierno, así se lo exige. ¿Qué le importa a Zapatero si el prepotente Ibarreche dispone en solitario el pabellón que le viene en gana en la comunidad vasca o que por aquellos pagos los perros adiestrados por su burguesía bienpensante del PNV acosen e insulten cotidianamente a los pocos que todavía pregonan sentirse españoles y respetar la Constitución? Le importa nada, menos que nada, hoy por hoy son los nacionalistas quienes le mantienen en el poder, con eso le basta.

Si Albert Camus pudiese hoy contemplar este absurdo panorama, no tendría dificultades en escribir cientos de cuentos alusivos al atraco a la libertad que vivimos. Por ejemplo el cuento de un inspector de educación gallego, con treinta años de servicio, que se levanta por la mañana rascándose el cogote con indiferencia. Hoy habrá de continuar con la tarea que le han impuesto desde la Xunta de Galicia. No se trata de buscar la mejora del misérrimo panorama educativo, muy al contrario, se trata de recordar uno por uno a los profesores de su jurisdicción que deben escribir en gallego los libros de actas de su departamento. Una literatura burocrática y más bien inútil, pero, ¿qué quieren?, así lo dictamina el poder omnímodo del nacionalismo. ¿Incluso han de hacerlo así los profesores de español o los de idiomas extranjeros? Incluso…reza la circular, sin excepciones y todos a la vez.

¿Qué siente esa mala mañana el inspector? Tal vez hastío por la presión del poder, tal vez vergüenza de sí mismo por verse obligado a cumplir tan estúpido cometido, al fin, él es uno más de esa legión de funcionarios que hablan español en la intimidad, esto es, cuando están bien seguros de que no le escucha uno de los muchos quinta columnistas susceptibles de delatarles como malos gallegos: un profesor de lengua gallega, un afiliado del BNG, un sindicalista liberado, un padre, alumno o conserje miembro de un equipo de normalización lingüística, un intelectual apesebrado y generosamente subvencionado, un ahora diletante y aburrido componente de “Nunca Máis”, son tropel los que vigilan con celo la viña del amo nacionalista a cambio de unas monedas, se debe tener cuidado, un mal paso, un mal gesto y se pueden ir al garete treinta años de servicio —piensa—, no es cuestión de liarla al final, ahora que ya se palpa con las yemas de los dedos la jubilación…

En esas estamos, y en esas seguiremos si nada lo remedia. A lo mejor es ya tarde, tenemos la peste encima y su aliento de podredumbre informa ya muchos de los aspectos generales de nuestra vida, esto es lo peor, las leyes generan costumbres y tendemos a acostumbrarnos, como se acostumbraron los alemanes a Hitler o los rusos a Stalin o los cubanos a Fidel. Tal vez, cuando despertemos del hastío y del letargo, veremos que nuestros hijos ni siquiera hablan el mismo idioma que nosotros, ni conocen nuestra historia común, ni les interesa, pertenecen ya a otros, pequeños cuerpos abducidos por una nueva patria mítica, entonces habremos perdido la partida.
Nadie posee recetas contra la opresión y la mentira organizada, contra los adoctrinadores de niños, contra los demagogos de la verdad única distribuida sañudamente desde el poder. Tal vez, como hacía decir Camus a su alter ego el doctor Rieux, solamente nos queda la honestidad: “Es preciso que le haga comprender que aquí no se trata de heroísmo. Se trata solamente de honestidad. Es una idea que puede que le haga reír, pero el único medio de luchar contra la peste es la honestidad”.

jueves, agosto 17, 2006

Noticia de Lima




En ese momento, al lugar aún no lo podía observar en su propio fuero interno, en sus desconcertadas dendridas de lo semejante; eso sí, Madrid lo mantenía literalmente excitado, por no decir arrecho. La arrechura era su rosa de los vientos; la belleza, su invisible brújula. ¡Cuánta belleza, bendito Dios!, decía para sus adentros. ¡Cuánta mujer distinguida y amable! ¡Cuánta agraciada y tan sencilla muchacha!

De Prepucio carmesí, novela de Pedro Granados

Hay días en que la red nos muestra su mejor cara, días en los que compensa enchufar la cajilla de sobremesa por ver que se cuece en el binario corazón sin patria, abundoso en comercios y tratos y cicatero con el talento. Y hete aquí que tropiezo con un amable correo, Pedro Granados, si, Granados como el que suscribe, eso ya le anima a uno, aquello de los parientes anhelados y desconocidos, me escribe, puede que desde los USA aunque yo prefiero pensar que lo hace desde Lima. Prosa sensata y amable, puramente americana diría yo.

Adjunto me envía un manojo de escritos, ensayo, poesía, parte sustancial de sus fecundas entretelas. Y me digo, le digo, ¿pero habrá alguien en esa bendita ciudad que no posea el don de la escritura? Tienen que saber que no sólo leo a Pedro Granados, lo disfruto, me reflejo en él. Pedro Granados tiende a la desazón y a la rebeldía, con sus negras eternas, de esas que le hablan a uno para siempre. Claro que, en el fondo, me parece un sentimental, como lo somos todos, ah, amigos, las damas, todas resultan adorables, pero sólo una, maldita sea, nos parte el corazón.

jueves, agosto 03, 2006

Mentes sofisticadas


"Punset's First Law

If fully conscious, don´t trust your brain.The brain is very good at managing automated, unconscious processes such as breathing, digesting or transpiring. But so far neuroscience has not produced the slightest evidence that flipping a coin to decide on important matters such as marriage, taking up a job, or traveling is any worst than a formal, conscious, discriminatory decision made by the brain. This should not surprise anybody. If we leave aside the individual brain, and look at the evolution of social primates as a whole, few would question that the history of civilization equals the history of successive and cumulative automatization in fields such as agriculture, industry or information. Why should it be different for the individual brain?

Punset's Second Law

When in doubt, please ask Nature, not people. After all, this is the stuff scientists are made of. This Law has to do with Darwinian Theory and Business Practice. There is a huge amount of money to be made by just applying basic science to ordinary business. In the Universe as a whole—according to Physics—95% of reality is invisible. Most businessmen, however, are convinced that 95% of what is going on in their firms, workshops or projects can be seen at first sight. No wonder that it takes on average over three failures for an innovation to succeed"

Leer casi siempre gratifica, pero cuando lo que uno lee cobra sentido en su mente, reforzando ciertas suposiciones, entonces es un deleite. Así me ha ocurrido con El viaje a la felicidad de Eduardo Punset (Destino, 2005) Ya sabíamos que nuestro querido economista catalán, director de ese excelente programa que se llama Redes, al que lo único que se le puede reprochar es que los genios televisivos que nos gobiernan lo emitan a las tantas de la mañana, anda bien despierto por el mundo y muy al tanto de lo que se cuece en lo que a pensamiento innovador se refiere.
No en vano, es Punset miembro de ese grupo de mentes industriosas y sofisticadas que abogan por el desarrollo de lo que se ha dado en llamar “La Tercera Cultura”. Hartos de compartimentaciones, de suponer la existencia de frustrantes barreras al conocimiento, dispuestas entre lo que tradicionalmente se conoce como “ciencias” y “letras”, estos pioneros llevan años tratando de utilizar toda la batería mental del pensamiento humano para acercarse seriamente a las preguntas que más nos importan.
Un esfuerzo encomiable y también apasionante, del que el último libro de Punset resulta ser una buena muestra. De este modo, ah amigos, atención, nos enteramos de que a la luz de las últimas investigaciones, parece que la felicidad humana tiene más que ver con la capacidad de decisión autónoma en nuestras vidas, con la emoción que suscita un nuevo proyecto, con la leal cooperación y con vivir en una democracia sin trampas, que con los ítems que hemos supuesto tradicionalmente, en especial, la célebre trilogía de salud, dinero y amor. Vivir para ver, ¿y si les digo que lo sospechaba? ¿Hay algo más excitante y pleno en la vida que elucubrar sobre lo próximo que nos gustaría hacer, para, a continuación, poner los medios que nos permitan comenzar el amargo camino?

domingo, julio 23, 2006

Actos fallidos en la mollera


Tan amable como suele, me invita Berlín a seguir esa moda de los memes a través de la propuesta de CrisisHoy de mi vecino Rafael Herrera. Se trata esta vez de que cada quien haga ejercicio de introspección, visite su papelera de reciclaje mental y recuerde a los visitantes los actos fallidos de su mollera. Es decir aquellas cosas que, sin quererlo ni necesitarlo, recordamos y mantenemos presentes en el magín. Elementos por lo general mostrencos y contingentes que nos acompañan por la vida, ocupando un espacio que bien nos vendría para otros menesteres.

Así por ejemplo, Rafa nos revela el contenido de su basura mental, en el que abundan malas canciones y personajes prescindibles:

Durante este experimento me han saltado al cerebro cosas verdaderamente idiotas. Por ejemplo, me vino este nombre a la memoria: Chelo García Cortés, y les garantizo que la obra de esta iguana no forma parte de mi bibliografía selecta. Otro ejemplo: Caco Senante, que no sé muy bien quién es ni qué pinta en mi hipotálamo. Otro: el colorido aburrido de las pelis de Almodovar. Y otro más: una canción de Queen horterísima que decía algo así como "aigachubrekfi", o esa otra de Ana Belén haciendo un homenaje penoso-paleto-progre a la puerta de Alcalá Etc. etc. etc.

En tanto Berlín, fiel a su leyenda, concede pocas oportunidades a lo superfluo:

Voy a decir algo pedante: me cuesta encontrarla. Soy un tipo que no sabía quién era Chiquito de la Calzada cuando empecé a ver que los niños en el metro se reían de extraños gestos y palabras absurdas. Debe ser que, o la reciclo bien (la mierda), o queda olvidada. Si olvido es mierda atesorada, nada como el fistro vaginal.

Pues bien, Berlín le ha encargado la faena a uno bueno. Probablemente no lo sabe, pero el que suscribe se pasea por el mundo con el estigma de poseer una memoria más bien absurda y poco práctica. Mis recuerdos no conocen de economías, a la fuerza, cuando uno crece en medio de la jauría humana en forma de niño tímido y gafotas, ha de espabilarse y sobrevivir a fuerza de dominar los detalles. Como, hasta que me fui asentando, ganando kilos y amistades, sobrevivía en los patios escolares atento como un perrillo de las praderas y nervioso como un gato, mi sistema cortical se ocupaba de procesar el mayor número posible de datos a fin de lograr adaptase eficazmente a un medio más bien hostil y peligroso.

Puede que el que ahora inspire miedo sea yo, pero el caso es que como estigma de aquella época de frontera, mi sistema neuronal tiende a procesar los datos más absurdos, supongo que por si acaso algún día se necesitan y mire usted por donde, hoy me sirven para hacer un meme, menos da una piedra.

Datos inútiles, así a vuelapluma, se me ocurren muchos. Por ejemplo, apuesto a que pocos de ustedes pueden recordar que el premio más recurrente que solían entregar los payasos de la tele (Gaby, Fofó, Miliki y asociados) era… ¡un bonito juego de carpintería!, alucinante, ¿no? Yo siempre me decía que menos mal que no había acudido a semejante convocatoria. Por razones parecidas, recuerdo que el mayor porcentaje de éxito en el “Cesta y Puntos” de Daniel Vindel lo obtenía siempre la red escolar Montel Touzet, que la nota que le pasan a Tintín en el restaurante Syldavo del “Cetro de Ottokar” decía: “quien se entromete en asuntos ajenos, se expone a graves disgustos”, por cierto, que el sagaz reportero había pedido un “Slazek” para almorzar, a la sazón carne de perro joven aderezada con salsa syldava. Recuerdo todavía aquella curiosa lista de los primeros papas que se decía en el cánon: “Lino, Cleto, Clemente, Sixto, Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pablo, Cosme y Damián…” en fin, tengo el disco duro repleto de información descatalogada, que, la verdad, sólo me sirve para reírme solo en los semáforos. En cuanto a canciones, me pasa un poco como a Rafael Herrera, de vez en cuando, me vienen a la mente estribillos horribles, por ejemplo: “Loves in the air” o, todavía peor, “Las maravillas in my life”, para morirse.

¿Sobre personajes más bien irrelevantes? ¿Qué tal el Doctor Rosado apagando el cigarrillo en el entrecejo de aquel bebé? ¿Duele, eh? ¿Y el cura jardinero? ¿Y Faustino Santalices, célebre tañedor de zanfonas? ¿Y el falso chino Cudeiro?

Pero entre mis conocimientos verdaderamente inútiles, brillan con luz propia los objetos imposibles que pueblan mi existencia. En esto tengo más experiencia que el mismísimo Jacques Carelman. Mis amigos de toda la vida saben bien que jamás me separo de una especie de bazar de baratillo que me acompaña en cada mudanza, y me suelo mudar mucho, pueden creerme. Allá a donde me lleven mis huesos, han de venir conmigo una serie de piedras raras con forma de almeja, una botella de Coca-Cola arábiga vacía, un fez rojo, una extraña flauta incaica falsa, un fuet robado y, naturalmente mi celebérrimo “Ten fuma”, antes me separaría de mis libros que de mi “Ten fuma” y es que la cosa viene de lejos.

Las primeras Navidades que pasé junto a la que fue mi primera novia de carácter más o menos oficial, andaba yo muy ilusionado con aquello de hacerle un regalo de reyes. No tenía un duro, pero mi santa madre me solucionó la papeleta proporcionándome un juego de tocador que había comprado recientemente en Portugal. Como me parecía el regalo poco personal, me pasé toda una tarde dibujando a plumilla sobre una cartulina A3 un precioso búho sabio de los que me había enseñado a pintar mi padre. El búho estaba encaramado a un gran caducifolio con la luna en cuarto creciente, a la espalda y en un bocadillo de cómic expresaba una bella frase amorosa. Armado con el juego de tocador y el póster arduamente elaborado me fui muy contento a la cita de reyes con mi novia. Cuando llegó el gran momento del intercambio le hice solemne entrega de mis presentes, ella lo agradeció cordialmente, abrió su bolso y extrajo un pequeño paquete envuelto en papel barato de quiosco, mal pegado con cello amarillento. Abrí nervioso el siniestro envoltorio para descubrir una ampolla de cristal de las que se usan en farmacia para contener líquidos vitamínicos o suplementos de hierro. En su interior había un cigarrillo marca Bisonte o Fortuna y una cerilla. Sobre la ampolla en papel adhesivo sobrescrita la leyenda “ten, fuma”, desde entonces, la verdad, transito una existencia perpleja y espero bien poco de Baltasar el de Oriente y su siempre barroca cuadrilla.

viernes, julio 21, 2006

De conversos y furores




“Sabido habrá Vuesa Señoría, aquel nuevo estatuto hecho en Guipúzcoa, en que ordenaron que no fuésemos allá a casar ni morar… ¿No es de reír que todos o los más, envían acá sus hijos que nos sirvan, y muchos dellos por mozos de espuelas, y que no quieran ser consuegros de los que desean ser servidores?...pagan ahora éstos [ los judíos] la prohibición que fizo Moisés a su gente que no casasen con gentiles”

Carta de Hernardo del Pulgar al Cardenal Mendoza, Letras, C.C., pp. 149-150


Es lugar común en nuestra historiografía la creencia en el “furor del converso”, esa especie de ansia malsana que aqueja al recién llegado, quien, a fin de hacerse perdonar el pasado y hasta la propia existencia, defiende con más vehemencia que nadie el credo dominante.
Parece que la cosa tomó cuerpo intelectual desde que Américo Castro, hablando del Santo Oficio, pregonara aquello de: “Los más duros golpes contra Israel vinieron de sus mismos rabinos luego de bautizarse”, concluyendo que al ser notorio el origen judaico del teólogo dominico Juan de Torquemada, también habría de ser esa la procedencia de fray Tomás de Torquemada, el primer, y terrible, Inquisidor General.
Ni siquiera Sánchez Albornoz, como se sabe el enemigo intelectual más visible de Castro, se molestó en revisar la hipótesis, en su opinión, los cristianos nuevos se producían a menudo con mucha mayor virulencia frente a los judaizantes que los “limpios de sangre”. Tampoco sus legatarios como Domínguez Ortiz hicieron nada para revisar el mito, para todos ellos el neófito tiende al fanatismo y tal vez no les falte razón.
No obstante, hace poco topé por casualidad con la obra de un historiador hebreo llamado Bension Netanyahu (De la anarquía a la Inquisición. La Esfera de los Libros, 2005), a la sazón nonagenario padre de aquel ex ministro de Israel, dedicado, por lo que parece, en cuerpo y alma a aclarar desde un punto de vista privilegiado, ni Castro, ni Albornoz dominaban, obviamente, el hebreo como él lo domina, este asunto de la represión de los conversos sobre sus hermanos israelitas. Y resulta que Netanyahu no está en absoluto de acuerdo con el diagnóstico tradicional, más bien al contrario, el furor del converso, como confirma en una reciente entrevista, no sería más que una patraña difundida por historiadores desinformados y más bien indolentes:

“Castro creía que el factor que alentó todo el movimiento contra el judaísmo no fue religioso, sino racial. Pero nadie revisó nunca esa teoría y yo decidí hacerlo. Sánchez Albornoz fue más lejos al considerar la Inquisición una "institución satánica", pero dijo que fue creada por los judíos, no por los españoles. Para él, fue un complot judío. El caso de Domínguez Ortiz es otro, nunca recurría a una cita original y sencillamente aceptaba lo que otros decían”

Y más abajo:

“Castro apoyó sus ideas en sus conocimientos del hebreo a pesar de que realmente no podía leer ni una sola frase. En realidad no entendió las fuentes bíblicas, y de esa ignorancia se originaba su idea más elemental de que los cristianos odiaban a los judíos porque éstos sentían un odio racial hacia ellos y hacia los otros pueblos”.

Así que, en opinión de Netanyahu se debe concluir que vincular el ansia de pureza, el integrismo ideológico, con los convertidos a la fe, ya no se sostiene:

“Mis investigaciones demuestran que en el plazo de dos generaciones la inmensa mayoría de los conversos se habían asimilado porque era imposible seguir una doble vida, bien porque necesitaban trabajar con cristianos o bien porque sus hijos eran educados como cristianos. Los falsos conversos debieron ser casos aislados.”

Tal vez el anciano historiador hebreo tenga razón y la expresión que tanta fortuna ha tenido resulte excesiva y hasta infundamentada. Pero el idioma se nutre en ocasiones de falacias afortunadas que alcanzan el éxito. Además, no me digan que no hay algo de eso. Cuando, por ejemplo, contemplamos al flamante candidato a la presidencia de la Generalitat, proclamando a voces su más atávica catalanidad, ¿qué otra cosa podemos decir, mas que estamos ante un furibundo converso, apóstol del más irredento catalanismo? Tengo para mí que no existe nadie más catalán en Cataluña que Montilla, si llegase a haberlo, Montilla se enojaría con él, tan a gusto se encuentra en su tierra de promisión.
¿Y qué? Se podrá decir, todos tenemos derecho a sostener con razón o sin ella nuestras filias y nuestras fobias. El caso de la notoria abducción de Montilla no pasaría de ser un hecho jocoso y risible, tanto como la paradójica foto de nuestro peculiar presidente del gobierno, alegremente sentado en la tribuna del Camp Nou al lado de una de esas pancartas de 15 o 20 metros que señalan: “Catalonia is not Spain”. Al fin, cosas de charnegos complacientes.
Pero claro, cuando uno recuerda que en Cataluña existen inspectores lingüísticos, que resulta imposible escolarizar a los hijos de los no catalano- parlantes en la lengua franca del estado, que no hay manera de comunicarse con la administración si no es en catalán, que, en suma, está proscrita la libertad ciudadana para expresarse institucionalmente en la lengua que mejor le parezca a cada, todavía, español que allí habita, hasta el punto de que existen profesores represaliados, un cada vez más notable éxodo funcionarial e incluso atenta vigilancia de las rotulaciones comerciales; uno se pregunta si Montilla, el converso, se ha parado a pensar alguna vez en todo eso. Si el PSOE en general no se ve a sí mismo ridículo mostrándose a cada paso más nacionalista que los propios nacionalistas, si, en suma, Américo Castro y Don Claudio no tendrían algo de razón.
Estos días nos fue dado contemplar el idílico video de presentación del candidato Montilla, expuesto como épico espejo de virtudes, luchador abnegado, comprometido con el pueblo, imagen misma del “self made man”. Poco ha evolucionado el marketing en este aspecto. En la deliciosa tabla de aire flamenco que se conoce como “La Virgen de los Reyes Católicos”, aparece en un discreto segundo plano, junto al célebre cronista Pedro Mártir de la Anglería, el inquisidor general Tomás de Torquemada. Fue mandado representar como un bonancible místico, en atenta contemplación de la madre del Salvador. Pocos podrían deducir que tras aquella imagen de beatitud se retrataba al terrible martillo de infieles, verdadero símbolo de dominio, terror y sujeción para muchos conversos a la fuerza, la analogía aparece enseguida, como siempre hay que decir, nada nuevo bajo el sol.

miércoles, julio 19, 2006

Un artefacto intuitivo, vago, críptico, simbólico y…lucrativo.

"El presidente del PNV, Josu Jon Imaz, aseguró ayer que el PNV «va a priorizar el blindaje» del Concierto Económico vasco y del convenio navarro, «tanto en el ámbito del Estado español como en el europeo». Imaz defendió, en una rueda de prensa en Pamplona, que «son parte clave, son eje de nuestro autogobierno y están en la base del crecimiento económico, del bienestar y la calidad de vida de la ciudadanía Navarra y de la Comunidad Autónoma Vasca."
Martes, 14 de Febrero de 2006


Casi poéticamente, habla Berlín del viejo Reino de Navarra, de su convenio, del sosiego jurídisdiccional que allí parece vivirse. Se intuye que no le preocuparía el distingo entre territorios si, en parte gracias a ello, reinase la lealtad y la concordia entre los ibéricos. Puede ser, pero sus palabras me hacen recordar que hasta el Estatuto de Bayona de 1808 encontraba rechinantes ciertos privilegios que durante el Antiguo Régimen habían ido obteniendo unos peninsulares sobre otros: “Todos los privilegios, que actualmente existen concedidos a cuerpos o a particulares, quedan suprimidos” (Art. 118) decían aquellos afrancesados. A los liberales de Cádiz semejante principio no les pareció mal del todo: “Las contribuciones se repartirán entre todos los españoles con proporción a sus facultades, sin excepción ni privilegio alguno” (1812, Art. 339). Claro que luego vinieron las guerras carlistas y el delirio federal a consagrar cupos, convenios y conciertos en un esfuerzo más bien inútil de contentar la esencial insatisfacción de los norteños.

Y es que, como nos confirman cada día los líderes políticos de la CAV, los euskaldunes son muy conscientes de que el convenio navarro y el concierto vasco suponen un beneficio notable para los ciudadanos de aquellas comunidades. Que unido a otros, como la abolición de la cruel luctuosa que supone el malhadado impuesto de sucesiones, hacen de aquellas verdes tierras un paraíso para el ahorrador, señaladamente si es viudo o huérfano.

Huroneando por la red, me topo con un prodigio de sofisma vestido de experto en legislación económica, que, al fin, desentraña muy bien la raíz del asunto, véase como responde el abstruso versado a la última pregunta del periodista:

"Entonces, y para finalizar, ¿qué conclusión podríamos deducir?
La conclusión que obtengo es que por su lejano origen histórico, intrincada estructura y confusa génesis y actualización, el Convenio/Concierto posee el carácter de un mecanismo que opera desde lo jurídico-político como constructor de la identidad en un espacio simbólico en el que es exaltado por todas las posiciones políticas (o casi todas; hay que excluir a una parte de la izquierda abertzale que, consecuentemente, defiende un marco independiente). Es un fenómeno que desde la antropología cultural se explica como intuitivo, de gran vaguedad, que organiza los elementos simbólicos sin explicarlos y cuya significación última se esconde en un saber críptico, sólo inteligible por expertos e iniciados pero entrañablemente sentido por todos los ciudadanos. Un artefacto de gran potencia simbólica que proporciona recursos materiales dignos de aprecio."


Así que, como sospechábamos, hasta para los muy expertos la cuestión del privilegio revestido de cupo, concierto o como demonios quiera llamarse, resulta en verdad difícil de explicar como sea con una cosa distinta del mero derecho atávico obtenido en la misma cuna donde a uno le depositan los amorosos brazos maternos. Al fin, se trata de un artefacto intuitivo, vago, críptico y simbólico. Pero de lo que no cabe ninguna duda es que hablamos de un elemento lucrativo para la hacienda de aquellas tierras, o sea, en palabras de nuestro experto: “Un artefacto…que proporciona recursos materiales dignos de aprecio”.

No extraña entonces que hasta el Financial Times se haya dado cuenta de esta secular tendencia de las nacionalidades históricas a aligerar el peso de la bolsa que han de entregar al recaudador, sea éste el estado central o la CEE Los catalanes, que presumen de ser más europeos que el resto de España, deberían recordar los principios de solidaridad de la Unión Europea. Estos incluyen transferencias de las regiones ricas a las menos desarrolladas. ¿Por qué debería ser así dentro de Europa pero no dentro de España?” decía a propósito de la autonomía fiscal que se pretendía desarrollar en el borrador del Estatut.

Desde una perspectiva cívica y liberal de las cosas, no hay mayor despropósito que tragar secularmente con el distingo, sólo por ver si se aplaca el furor del vecino poco solidario. Si por mi fuera, café para todos, como reza por otra parte el frontispicio de la doctrina liberal y a quien no le guste, pues hombre, que se cambie pacíficamente de comunidad que tampoco pasa nada. Ya, ya se que alguien me dirá que en Extremadura uno se puede cambiar gratis de sexo o disponer de inmejorables implantes dentales, así es, ahí reside, una vez más y precisamente, la cuestión. El folclore está muy bien y es hasta pintoresco y fotogénico, pero la pasta, amigos, eso es otra cosa, algunos pecheros estamos ya un poco hartos de que las espesas negruras del Antiguo Régimen no terminen de disiparse por estos tristes pagos.

martes, julio 04, 2006

Honesta Polémica


Los dos son filósofos de raza, que es de lo mejor que se puede ser en este banal mundo, los dos practican esfuerzos intelectuales razonables y honestos, ahora los dos parecen enfrentados, dialécticamente enfrentados, claro, a causa del espinoso asunto nacional que parece embargarlo todo.

Si Escohotado dice:

Guste o no, el hecho nacional constituye algo ubicuo y permanente, que lleva milenios fundando todas las aspiraciones políticas de autodeterminación, y ver en él sólo lo negativo es como juzgar el tamaño de un iceberg atendiendo a lo que sobresale del agua. Peor aún, tiene la virtud de exacerbar ese mismo lado negativo, preparando el camino para la cronificación de alguna violencia, que pronto se convierte en un lucrativo emporio para sicarios profesionales y políticos.

Savater responde:

A mí no me asusta ni me repele la independencia, aunque pueda verla como actualmente inviable o inoportuna: a mí lo que me asusta y me repele es el nacionalismo. Si la independencia de mi tierra fuese la vía al cosmopolitismo, la curación de la etnomanía, te aseguro que no habría nadie más independentista que yo. Pero mientras quienes la propugnan a corto o largo plazo la imaginen como la realización definitiva de la pureza nacional vasca, siempre preferiré el mestizaje administrativo del Estado plurinacional español.

En fin, lean el resto aquí, si así lo desean. Parece claro que aquellos que cada mañana se levantan prometiéndose ser antes de nada, vascos, catalanes, gallegos o montenegrinos, van consiguiendo que se les tenga en cuenta. Todos debemos congratularnos de ello, si las mejores cabezas de este país se ven obligadas a posponer su afán cotidiano por repensar el asunto de la nación española, igual sí estamos en ciernes de solucionar tan atosigante y sucio asunto.

Escohotado no le hace ascos a dirigir la mirada hacia la peculiar Confederación Helvética, Savater todavía contempla con recelo la posibilidad de un referéndum alejado de la manipulación de los violentos. Yo no oculto que poner todas las cartas sobre la mesa nos liberaría a muchos del insulto y la sujeción que supone vernos cada día estigmatizados con el tampón que nos tinta en letra roja como supuestos sostenes del imperio. De paso, igual a alguno se le arruina el indigno y abusón negocio del privilegio, ¡qué maravillosa posibilidad!

sábado, julio 01, 2006

El panfleto Macanaz

Es fama que el panfleto moderno nació en Roma cuando la primavera venía ya bien entrada en el año de gracia de 1501. En toda Italia crecía día a día el clamor contra los Borgia por su antinatural alianza con Francia. Ni siquiera el cardenal Caraffa se escondía ya. Las malas lenguas aseguraban que los epigramas contra el Papa y su gonfaloniero e hijo, César, que aparecían pegados a cada poco sobre una mutilada escultura burlesca que pronto el pueblo bautizó como “el Pasquino”, eran obra del prelado. Aquella bírria de estatua había sido colocada muy oportunamente, puede que con aquel fin, en las cercanías de lo que fuera una vez el Circo Máximo, donde ahora la plebe de Roma, también los soldados del Papa, solía buscar acomodo para el estómago y vino para arreglo del espíritu. Desde entonces se llamó “pasquín” a esa suerte de literatura breve, burlesca y corrosiva destinada a denostar a los poderosos o a sus oponentes.
Hace unos años, me encontré por casualidad éste protopasquín que aquí les pongo. Entonces, el historiador Juan Pérez de Tudela, autor, entre tantas cosas, de aquel inolvidable Mirábilis in Altis, me dijo que en su opinión el documento que yo tenía entre manos bien pudiera ser el primer panfleto de la Historia Borbónica. Yo no estaría tan seguro, no obstante, sí que es un documento curioso, sobre todo porque además de constatar el descontento catalán tras la Nueva Planta, venía informado con dos notas dirigidas por el gran Melchor de Macanaz a Manuel de Vadillo, secretario de Felipe V. Allí, Don Melchor, el ilustrado, el heterodoxo, entonces fiscal del Consejo de Castilla, mostraba su disgusto por la pertinaz resistencia del Principado:

Texto del pasquín:

“ El hasta que en la tierra veis hincada, junto al sepulcro y la cabecera, es señal de la muerte no vengada que de la tierra y aún del cielo espera venganza, tal según ley ordenada del mismo Dios, que quien matare, muera.
Y aunque el delito hubiera sido en un desierto, tema el culpado su castigo cierto. -Nihil Inultum- “

Notas de Macanaz:

1) “Muy Sr. Mío. D. Jorge Alos ministro togado de la Junta de Barcelona me escribió la carta adjunta y el Pasquín que dice le pusieron junto a su posada...Las cuatro letras en el sepulcro que está pintado, dicen en mi entender -Aquí Iaze un Pueblo Opreso-, Toda prorrumpe en Benganza, y así se reconoce el cuidado con que se debe estar de aquellos naturales...Es justo que Su Magestad le vea y que esté a la vista de las providencias que combiene dar para mantener con la política lo que se ha tomado a costa de tanta sangre...Madrid, 13 de enero de 1715. -Melchor de Macanaz-”

2) “Muy Sr. Mío...Quedamos en juntarnos el padre confesor, el primer presidente y yo sobre otros puntos en los cuales quedará esto evacuado; pues el punto del pasquín es cosa mui corta, y sí, de nuestro peso es ver que aquellos naturales están siempre en su mismo pecado. Dios guarde a V. S. muchos años, Madrid 20 de enero de 1715. -Melchor de Macanaz-”
(A.G.S. Gracia y Justicia, Leg. 835).


“De nuestro peso es ver que aquellos naturales están siempre en su mismo pecado”. Decía entonces el viejo regalista. Hoy, a Estatut prácticamente pasado, ¿cree alguien todavía que los partidos nacionalistas de Cataluña, del País Vasco, visto además el furor del converso que vive el PSOE, se van a contentar con meras reformas administrativas? Yo no me lo creo, barrunto que Don Melchor, el viejo y combativo reformista, tampoco lo creería, las fuerzas centrífugas resultan, como se ve, muy persistentes por estos pagos, a nada que consiguen algo en forma de privilegio, buscan el modo de obtener el siguiente. Más pronto que tarde habrá que afrontar de una vez por todas el problema, a lo mejor una serie de democráticos referéndums con garantías, a la canadiense, aclararían por fin el proceloso panorama que cada día nos asiste. No se puede vivir por siempre en la permanente indefinición. Berlín Smith, mi medio hermano en la red, lo ha explicado con argumentos serios, honestos y desapasionados, muchos han objetado que no es posible, sin embargo, no he visto ni un solo razonamiento de peso que me obligue a desechar tan liberadora posibilidad. ¿Quién, amigos, desea soportar un pariente interesado, egoísta y desleal de por vida? Como decía la canción: Dices que te vas, que te vas y no te has ido…Pues a ver que pasa si se van, al menos sería curioso de ver. Tengo para mí que muchos en CIU, en el PNV, ni siquiera se han planteado alguna vez tal posibilidad, permanecen muy a gusto en su oficio de plañideros eternamente insatisfechos.

viernes, junio 30, 2006

Consuélate corazón y espera que el mundo ruede



Aristóteles decía que los niños no podían ser felices y estaban haciendo siempre trastadas porque eran incapaces a aprender a hacer algo bien; cuando una persona sabe hacer algo bien, lo hace y no molesta a los demás. Cuando, por neurosis, por torpeza o por ignorancia no es así, nos encontramos con gente problemática. El único antídoto contra el aburrimiento es la maestría. (Antonio Escotado, entrevista en El Mundo)

Siempre resulta estimulante repasar la historia de los espíritus curiosos. Juan Caramuel lobkowitz (1606-1682), fraile benito, o
bispo de Vigevano, es uno de mis favoritos, no porque su obra fuera extensa y poligráfica, sino por lo raro y excesivo de su pensamiento. No existe recoveco del saber que le resultase ajeno, Caramuel, el Leibniz español, resultó ser tan ducho para la gramática, como para las matemáticas, la arquitectura o los secretos de la imprenta, más de sesenta tratados publicados y otros tantos manuscritos lo atestiguan.
No obstante, hay dos aspectos de su producción que seguramente harían las delicias de tanto protocabalista y buscador de misterios como anda suelto. Uno de ellos es su gusto por el desarrollo del laberinto barroco. Poco que ver con las arquitecturas borgianas, pluriviarias y tortuosas, tan del gusto de occidente desde el mito de Teseo. Se trataba de desarrollar esa suerte de escritura metamétrica que, a partir de ingeniosos juegos formales promotores de una lectura multidirecional, proporcionaba al lector iniciado ciertas claves crípticas, a veces en varios idiomas, desde el latín al francés, para la comprensión del asunto tratado.
En otras ocasiones la cosa se complicaba todavía más, al añadir notas musicales y logogramas, intercalando figuras y letras a las que las leyes de la combinatoria concedían hermoso sentido, por ejemplo: “Consuélate corazón, si has passión, y espera que el Mundo ruede”. Ingeniosos juegos, en suma, para amantes de la semiótica, que debieron mantener a Caramuel bien ocupado.
Pero aún hay más, si existe un asunto apasionante, es la célebre teoría de la relación entre el Templo de Salomón y El Escorial. El viejo mito vinculado a los estudios del jesuita cordobés Juan Bautista Villalpando, todavía hoy no resuelto, que enlazaba en una especie de Traslatio Imperii, el inexorable camino hacia occidente del reino de Dios, desde la Jerusalén del sabio Salomón, hasta la Monarquía Hispánica del Rey Prudente, tuvo en Caramuel a uno de sus principales panigeristas. Dedicó al desarrollo de tan apasionante idea buena parte de su “Arquitectura civil, recta y oblicua, considerada y dibujada en el Templo de Jerusalén. Promovida a suma perfección en el Templo y Palacio de S. Lorenzo, cerca del Escorial, que inventó con su divino ingenio, delineo con su real mano, y con excesivos gastos empleando los mejores arquitectos de Europa erigió el rey D. Philppe II” (1678). De paso, sentó allí mismo las bases fundamentales para la construcción armónica de la columna serpenteante barroca, llamada precisamente salomónica y su posterior difusión a lo largo de la América colonial.
Se evidencia así que en su larga y productiva vida Caramuel no tuvo tiempo de aburrirse, eso salió ganando.

martes, junio 20, 2006

El estrujón de la comadreja satisfecha



A los estudiosos se les enseña a analizar palabras. Pero los primates son animales visuales, y con frecuencia la clave de los conceptos y su historia reside en la iconografía. (Stephen Jay Gould: Reflexiones sobre historia natural)

Igual que hay quien nace con habilidad para la mecánica, el patinaje o la papiroflexia, tienen que saber que uno, tal vez por haberse educado entre mujeres, tiende a ser visualmente intuitivo. Los signos, las imágenes, el lenguaje gestual, cuánto nos dicen si nos detenemos a observar. Esta semana me recorren persistentemente el magín dos iconos impagables que nos ha regalado el célebre y pertinaz asunto vasco.

La primera, ese abrazo insondable, de plantígrado agradecido, que propinó el inefable Arnaldo a un sorprendido Gerry Adams. Más que un estrujón fue un placaje al irlandés. ¿Se alegraba tanto Otegui de la visita del inquietante líder del Sinn Fein, como para descoyuntarle la espalda? Desde luego que sí, Adams parecía venir a confirmar lo que todos intuimos, recibiendo al líder abertzale antes que al Lehendakari Ibarreche, parecía conceder carta plena de legitimidad a un siniestro conglomerado todavía ilegal. Hace tan sólo dos años, Batasuna no podía siquiera soñar con ello. Desde luego que Otegui tenía una buena razón para estar alegre. No obstante, ah, amigos, los gestos. No se abraza así a nadie por cuestiones de ruin trabajo, esos abrazos se guardan para ser dispensados a quien nos entrega un grueso premio obtenido en la lotería, al encargado de condonarnos la hipoteca o al prócer que nos nombra funcionarios. Otegui, amigos, supo entonces que tenía el cocido asegurado, que nunca más debería preocuparse por la pitanza, se acabó tener que trabajar en algo tangencialmente productivo, supo que algún día sería ministro de un Euskadi popular e independiente.

La segunda imagen, la perpleja contemplación del asesino múltiple Txapote, psicópata de psicópatas, junto a su novia, esa dura chica abducida por el mal sin matices. Su violencia extrema, indisimulada, no sólo con el tribunal sino hasta con la pobre intérprete cuya presencia había exigido en un rasgo más de una altanería exenta de límites, muestran hasta que punto de degradación esencial puede llegar el ser humano. Si alguna vez fue nuestro semejante, ya no lo es, ha cruzado el umbral, el no return point, de vuelta al paraíso de los depredadores cerebros reptilianos ¿Y este perdonavidas intolerable, asesino de maniatados, es de quien depende el bien o el mal del País Vasco en forma de “alto el fuego técnico coyuntural”? Pues apañado va Zapatero para “dialogar” con semejante personal, Txapote y sus amiguetes que aún pululan por los verdes campos de Marte, lo más que harán con él es sacarle los ojos, esos enternecedores ojos de bóvido complaciente, para trasegarlos con placer en tanto permanezcan calientes. Vamos, como que mañana amanece!

viernes, junio 16, 2006

Tú no, muchacho, tu no.




“Las emociones grupales parecen convertirse en el único factor capaz de neutralizar o sustituir las emociones básicas de los individuos”
Eduardo Punset El viaje a la felicidad.


A estas alturas ya conocerán el revuelo causado por el diputado socialista Eduardo Madina al pergeñar en su Blog un largo y poco caritativo comentario sobre un retrato, hay que decir que bastante desafortunado, de Ángel Acebes. Allí, como un nuevo Cesare Lombroso, este eterno adolescente del PSOE desentraña con bisturí de antropólogo las desviaciones faciales del controvertido prócer de la derecha.
En fin, una chiquillada más de un meritorio en busca de su lugar al sol, si se mira despacio, los miembros de las juventudes partidarias han de hacerse notar a fin de que sus mentores les concedan algún día medio de vida y mayoría de edad. No hacerlo así, supondría verse eternamente relegado a la ardua militancia del pega carteles y reparte octavillas y, lo que puede ser aún peor para ellos, sufrir la condena general al trabajo cotidiano que soporta el común.
Digo, entonces, que la cosa no tiene mayor importancia, al fin, todos nos reímos con ganas de ese retrato de Zapatero con cara de enajenado que circula cada día por la red. No obstante, se me ocurre pensar que, tal vez, teniendo en cuenta sus circunstancias personales, no sea Eduardo Madina la persona más adecuada para ridiculizar a un miembro del partido popular, más que nada por aquello tan olvidado de la justicia poética.
A ver si lo entiendo, un tipo al que el célebre “entorno abertzale-ex ETA”, trata de matar salvajemente colocándole una bomba de regulares dimensiones bajo las posaderas, un tipo que pierde una pierna a consecuencia de ello, escupe ahora su peor bilis sobre el rostro de uno de los pocos que todavía no tragan con que a aquellos alegres muchachos del norte se les de carta de legitimidad para decidir el futuro de Euskadi, a la vez que, entre otras consideraciones, defiende vehementemente el derecho de las víctimas, como el propio Madina, a exigirles hasta la última responsabilidad de sus deleznables actos.
En fin, si sus fobias y filias personales conducen al diputado socialista a hacer escarnio del rival político, sea. Pero me gustaría que puesto en la tarea, mandase de vez en cuando un recadito similar a sus nuevos amiguetes de la otra acera. Por aquello de la equidistancia o por la dignidad del inocente agredido. Pues no, parece que ahora Otegui y su pandilla le hacen mucha gracia a Madina, desde luego más que Acebes o Rajoy. Ya, ya se que hay gente para todo, que a algunos cuanto más los mortificas más te quieren y hasta te anhelan, en esa especie de moral del sumiso que a mi, personalmente, tan frío me deja. Tal parece que el PSOE, bajo la batuta sibilinamente férrea de Zapatero, ha tornado en gigantesca ameba, un superorganismo dechado de sumisión, donde cualquier constatación objetiva de la realidad vasca está prohibida, Euzkadi es increíble y el enemigo está entre los que todavía presentan redaños para defender a los débiles, a los torturados, a los cotidianamente humillados. Pues bien, que sepa Madina que algunos todavía no tragamos. Hágase la paz, pero no a costa de mil crímenes impunes. Por eso, si me escuchase, yo le diría a Madina, tu no, muchacho, precisamente tú, no. Es muy feo escupir sobre el rostro del que se parte la cara por ti.

jueves, junio 08, 2006

Melodías desenterradas


Hace poco ha caído en mis manos un espléndido artículo de María Ares Espiñeira, dedicado a analizar el eterno mito de los Stradivarius. Son tantas las teorías que han pretendido acercarse a las causas de la extraordinaria potencia y sonoridad de aquellos violines salidos del taller del célebre luthier cremonés Stradivari que, al final, nadie parece saber a que carta quedarse. Tanto es así, que resulta difícil que alguna vez se llegue a desentrañar el secreto de su excelencia, una razón eficiente que pueda finalmente explicar porqué son tenidos por los mejores del mundo.
Para los dendrocronólogos, la explicación debería buscarse en las especiales cualidades de la madera empleada, básicamente el Arce y la Picea que crecen de forma natural en la vertiente sur de los Alpes italianos. Un área sometida a principios del siglo XVIII a los rigores de la llamada “Pequeña Edad de Hielo”, donde los largos inviernos y los frescos veranos, habrían concedido a la madera un crecimiento muy limitado, de anillos anómalamente estrechos, que habrían transmitido a la materia prima una densidad ideal para los fines de sonoridad que se buscaban. No obstante, para otros, la causa habría que buscarla en la suposición de que el artífice cremonés había dado con una fórmula milagrosa, casi alquímica, que aplicada en forma de barniz, concedería al instrumento el brillo melódico deseado. Por fin, hay quien defiende que habría que fijarse antes en aspectos como el largo tiempo dedicado al secado de la madera, de hasta 31 años en algunos casos; en los tratamientos químicos contra la carcoma que utilizaba Stradivari; en el método que empleaba para lavar las impurezas de sus materiales o incluso en su sapiencia a la hora de “sintonizar” a intervalos musicales exactos la madera de las tapas del violín, en la línea de la búsqueda de la perfección neoplatónica tan extendida en Italia. Sin embargo, para los más escépticos, esto de los Stradivarius no es más que una milonga para esnobs orquestada por unos cuantos marchantes avispados. Es decir, que en realidad no suenan mejor que cualquier otro buen violín.
En fin, como el asunto era apasionante, venía yo una mañana dándole vueltas a las hipótesis, en especial a la que se basaba en la dendrocronología que era la que se me antojaba más sugerente, cuando di de bruces con mi amigo Paco. Vaya por delante que Paco es uno de los tipos más instruidos y sagaces que conozco. Desde que trabajo a su lado he prescindido de la Británica. Amén de profesor, Paco es recolector de palabras, experto lingüista, historiador y el diablo sabe cuantas cosas más. Obviamente, en cuanto me lo eché encima, quise consultarle aquello de los Stradivarius y su relación con el crecimiento de la madera en los Alpes. Paco me miró de soslayo, apuró su café, suspiró levemente y me dijo: “A mí me parece que eso son ganas de marear, los mejores violines, ya deberías saberlo, son los que se fabrican con la madera de los ataúdes tropicales usados”. Luego, cuando ya se iba, contempló la cara de horror que se me había puesto y quiso añadir: “Cuanto más tiempo hayan tenido inquilino, mucho mejor”.

Elogio de realengo y menoscabo de señorío, o de cuando Arcadi se topó con los alguaciles del preboste.


“Para favorecer la libertad, los ingleses han suprimido todas las potencias intermediarias que formaban su monarquía. Tienen razón conservando la libertad ya que, si la perdieran, serían uno de los pueblos más esclavos de la tierra” Montesquieu, EL, 4. De las leyes en relación con la naturaleza del gobierno monárquico.

Desde aquella vez en que Oriol Malló, ex militante de Terra Lliure y periodista talibanizado del diario Avui, dirigiera sus nada veladas amenazas hacia Albert Boadella y por extensión a los firmantes del manifiesto “Ciutadans de Catalunya”, la presión de los sectores más fanatizados del nacionalismo catalán hacia el nuevo partido cívico no ha hecho más que aumentar en intensidad.
Si un sector significativo de la sociedad catalana, otrora mediterránea y mercantil, ha decidido deambular a través del repugnante camino que conduce hacia la intolerancia y el integrismo, si la cerrazón intelectual se ha ido instalando como un hongo invasivo en la vida pública hasta el punto de que levante violento sarpullido que alguien demande inteligente y racionalmente su derecho a no ser nacionalista, para preocuparse por asuntos más relevantes vinculados a la razón y a una sana vida civil, lejos de la subvención y del nepotismo intelectual, es que la cuestión pública anda francamente mal en el Principado. Algún día habrá que preguntarse porqué, ¿tal vez aquello de la traición de los profes, de la que hablaba Jean François Revel?, siempre proclives a tontear con la revolución hasta que ésta, o sorpresa, los engulle los primeros sin mucho miramiento.
Esta mañana, Arcadi se dolía de la situación vivida en Gerona, muy claramente señaló que había comprobado una cierta laxitud en los Mossos. d´Esquadra. Bueno, tampoco extraña, no es la primera vez que se han dicho cosas como esta de tan bizarro cuerpo y de sus homólogos de traje y boina colorados, prodigio de mimetismo con las verdes praderas vascas. El clamor por el regreso en masa de la Guardia Civil al paraíso catalán, tras los episodios de ataques salvajes a los chalets de sus clases pudientes, parecen una buena muestra de cómo pervive la intuición del común situado frente al peligro.
No es asunto nuevo, cualquier amante de la historia sabe que la gran separación, el principal distingo entre unos súbditos y otros no eran siquiera los fueros que les asistían, sino la condición realenga o señorial de la población que les acogía. Pese a que se suele decir que el poder fragmentario y localizado, por cercano; resulta más justo, más cómodo, más eficaz, lo cierto es que no siempre es así. Aunque habría que matizar mucho esta opinión, parece estadísticamente evidente que las villas y ciudades que realmente prosperaron en nuestro Antiguo Régimen fueron aquellas consideradas de realengo. Es decir, las sometidas a la administración directa del rey, con su corregidor, sus alguaciles y sus impuestos ordinarios. Al fin, su rey vivía bien lejos y no era probable que se dejase caer por allí. Por el contrario, las que sufrían el señorío, cualquiera que fuese la naturaleza de éste, laico o eclesiástico, padecían cotidianamente la molesta presencia del aliento de su amo tras el cogote. Esto significaba, cuando menos, más impuestos, más cargas señoriales a añadir al diezmo y a lo debido a la bolsa del rey. Todo ello a la vez que se permanecía bajo el férreo control de las justicias señoriales, proclives en general a defender las posturas de su señor frente a los villanos que denunciaban sus excesos. No pretendo hacer analogías fáciles, pero cada vez me parece más claro que no hay nada nuevo bajo el sol. Dicho de otra manera, después de haber visto más road-movies de los que necesito, siempre preferiré que, metido en problemas, me asista el FBI antes que la oficina del Sheriff de Malpaso. Si encima ni siquiera hablan mi idioma, ni usan del pabellón de mi país ¡qué les voy a contar!

domingo, junio 04, 2006

Andrade el poliorcético


Buscando pasto documental para otros fines, me encuentro casi sin querer con un extraordinario opúsculo (Mendizábal y Sáenz, 1987) que da a la luz una curiosísima carta dirigida por Domingo de Andrade al XI Conde de Lemos en 1696. Ya conocíamos, claro es, de la excelencia de su arquitectura, de como este brillante artífice nacido en Cee, llevó a la práctica desde su cargo como maestro de obras de la catedral de Santiago, muchas de las ideas del industrioso canónigo Vega y Verdugo, para provocar juntos la eclosión del primer Barroco compostelano. Sabíamos también de su conocimiento de los clásicos, desde León Bautista Alberti o Serlio hasta Caramuel, también de la profundidad teórica de aquel tratado estético y constructivo de su autoría que dio en llamar Excelencia, antigüedad y nobleza de la Arquitectura, pero creo que muy pocos conocían otras habilidades que demuestran lo lejos que estamos a veces de comprender las esencias del espíritu de modernidad que imbuía el primer Barroco, donde el saber era todo menos sectorial, aún no había compartimentación del conocimiento ni especialistas en nada y eso iban ganando en frescura y originalidad.
Hete aquí, entonces, que a través de la larga carta dirigida a su amigo y protector el Conde de Lemos, nos vamos enterando de que el bueno de Andrade había llegado a idear un tratadillo militar sobre sistemas de asedio y defensa, tintas invisibles y códigos criptográficos para uso de espías, unos polvos secretos que se podían emplear para hacer desaparecer textos comprometedores, una extraña Bola sorda o bomba silenciosa que caía por sorpresa sobre el enemigo e incluso ingenuas armas bacteriológicas avant la letre para ser usadas exclusivamente, eso si, contra moros y herejes.
La secretísima fórmula para esta bomba destinada a diseminar la pestilencia en las plazas enemigas no tiene desperdicio: “Lo primero se cogen sapos, salamandras, culebras y víboras, las quales se echan en una olla, bien tapadas con un tiesto enlodado por todas partes para que no salga el humor y se ponen en un horno a fuego lento, conque se hagan polvo sin que se quemen demasiado” Una vez reducidos los bichejos a polvo y espinas se le añade a la mezcla alquitrán, azufre y pólvora en determinadas proporciones, se vuelca el resultado en la bomba y se sella con firmeza. Luego, no hay más que ponerle una mecha y usar un mortero convencional para disparar el ingenio ponzoñoso contra campo enemigo. Aunque claro, se debe tener mucho cuidado al manipular los humores infecciosos, pero Domingo de Andrade piensa en todo: “Al echarlo ha de haber cuidado para que el olfato de echarlo a sacarlo de las ollas no haga la operación con el que los echa dichos polvos en la bomba y para eso ha de usar de unos polvos contra veneno y lavatorio y en las partes que dixe en otro papel”. Que se sepa, nadie parece haber encontrado ese otro papel, tal vez sea mejor así.